Puede cansar a cierta parte de la afición la excusa de las lesiones, pero no deja de ser un atenuante el asociar malos resultados del equipo hispalense con jugadores que, además de dar un salto competitivo al plantel, dan notoriedad con su labor al sistema de juego. Pero el foco de las continuas, rutinarias y cansinas lesiones en el Sevilla podría también deberse a un mal uso de las piezas; es decir, alguna parte de culpa tendrá que tener el entrenador, como cabeza de león, junto a todo su cuerpo técnico, de tantos y tantos problemas físicos (que no óseos) desde el mes de noviembre de 2021.
El ejemplo más reciente y reincidente es Marcos Acuña. El jugador argentino tiene que llevar meses con problemas musculares, porque en diciembre, contra el Atlético de Madrid, salió desde el banquillo en la segunda mitad y tuvo que ser sustituido por lesión. Y vuelve a suceder la misma situación en Vallecas. A eso se le llama forzar la máquina, pero, con toda la tecnología que hay alrededor de los futbolistas, con lo monitorizados que están, es difícil pensar que teniendo una información privilegiada, vayas a coaccionar a uno de tus jugadores principales hasta el desgarro. A lo mejor, a corto plazo, su ingreso en el campo era vital, pero quizás se pierde más partidos por eso.
La temporada del Sevilla en competiciones cortas es fiasco tras fiasco: lo más ‘perdonable’ son esos octavos de final de Copa por todo lo sucedido y bajas (como no…); pero la eliminación en fase de grupos de la Champions con los rivales que le había tocado y apeados de la UEFA Europa League contra un rival que le sacabas ventaja en la ida y que, sobre la teoría, era peor que tú debe ser inadmisible. Todo esto coincide en un mismo espacio-tiempo con una de las mejores puntuaciones del Sevilla en la Liga. Y es precisamente porque, a día de hoy, para el equipo rojiblanco, es tan difícil que le gane otro equipo como que el propio conjunto supere al rival de turno.
Analizaba muy bien el periodista Fran Guillén en el programa Mister Underdog: “me da la sensación que el Sevilla lleva toda la segunda vuelta con la tirita puesta donde todavía no hay herida”. Y puede tener razón porque, pese a llevar un ritmo de puntuación medianamente acorde con los intereses reales y prioritarios de la campaña (nueve de los últimos quince puntos posibles en LaLiga), da la sensación de que en el club, a todos los niveles, están deseando de que las cosas no salgan como esperan para tener siempre la ávida excusa de las lesiones.
Pero no es menos cierto que no están pudiendo competir con todas las armas, y si en la parte más sensible de la temporada, encima, no están hombres como Fernando Reges o Papu Gómez entre otros, es muy difícil marcar un verdadero techo competitivo cuando Lopetegui tiene que estar sistemáticamente reinventando todas las líneas del campo cada encuentro.
Lo que antes eran certezas en cuanto a resultados ahora todo son dudas. El término italiano-político sorpasso sobrevuela el barrio de Nervión. Lo que, hasta hace poco era cuestión de tiempo: certificar la segunda plaza para jugar Supercopa de España por haber estado a una distancia de incluso 14 puntos del tercero; ahora se mira con mucha mayor atención a los inmediatos perseguidores (a cinco puntos está el Barcelona del Sevilla con un encuentro menos).
Si el Sevilla se mete en la UEFA Champions League vía Liga habrá cumplido el objetivo propuesto a principio de temporada; además de marcar un nuevo hito en la historia del club (3 clasificaciones ligueras a la Champions League de manera encadenada). La eliminación en la UEFA Europa League, pensándolo de forma ventajista y desinteresada, tal y como está la plantilla de bajas, junto al acecho de Barcelona, Atlético de Madrid e incluso Real Betis, lo mejor es acabar cuanto antes la temporada con un solo choque por semana, intentando ‘atar’ la participación en la máxima competición de clubes lo antes posible.