Ocho años tenía un servidor la última vez que el Sevilla FC logró ganar en el Santiago Bernabéu. Sí, soy asquerosamente joven, lo siento. De esa generación de sevillistas que solo han visto a un Sevilla en primera y campeón, de los malacostumbrados que con apenas 23 años han visto al Sevilla ganar más títulos y conseguir más gestas que aficionados de otros equipos han visto y verán a sus clubes.
Era tan «chico» aquella última vez que apenas recuerdo con claridad ese partido. He tenido que buscar en internet para recordar que el gran Romaric metió en aquel encuentro. Desde entonces, hasta el pasado mayo, había visto hincar rodilla al Sevilla en todas y cada una de las 14 visitas a la República Independiente del Santiago Bernabéu (o Reino, por aquello de Real y las coronas). Algunas veces justa y merecidamente, como el 7-3 de Emery o el 5-0 de Berizzo, donde el Sevilla decidió jugar con los pantalones por los tobillos, y en otras (muchas) injustamente ya bien por fortuna del rival o porque, como es normal, tienen más calidad y en lo que tú necesitas 15 tiros para meter un gol ellos necesitan uno y medio para meterte 2. Pero en todas ellas hay un denominador común: los «errores» arbitrales que casualmente siempre benefician al Real Madrid, como –para variar– ocurrió anoche.
Ayer, una vez más, el Real Madrid abusó de poder y volvió a aplicar sus leyes, sus normas y sus criterios en su mini estado independiente, en el cual están gastando más de 700 millones para dejarlo bonito a pesar de que su particular caudillo anunciara haces unos meses que estaban arruinados y por eso iban a crear una Superliga dónde poder mandar más aún de lo que ya hacen. Corría el minuto 36 cuando Ocampos se adentró en el área local y, tras una zancadilla bastante clara de Alaba, cae al suelo. El argentino protestaba desde el suelo con incredulidad al ver que el árbitro no señalaba nada, aunque la incredulidad total llegaría cuando, 3 minutos después viendo la repetición en la que hasta Carlos Martínez, Maldini o incluso el ex-árbitro, mundialmente conocido por su Sevillismo exacerbado, Iturralde, reconocieron que la acción era penalti, pues desde la sala VAR decidieron no avisar, o ni siquiera revisar, porque no se puede permitir que el Sevilla asalte el liderato y menos en el palacio real.
También os digo, queridos amigos, que si por un casual Sánchez Martínez señala penalti y el Sevilla lo transforma habría señalado algo en el área hispalense para compensar. No sé, cualquier cosa, como un empujón de Casemiro a Vinicius o algo por el estilo. No sería la primera vez.
Y como en buena República totalitaria, o mejor aún, como en una buena monarquía absoluta, los medios están al servicio del caudillo, del Rey, y pobre del que quiera denunciar los abusos en una dictadura. No, no te van a fusilar físicamente, pero sí van a crear una campaña desmedida de desprestigio e incluso, insultos. Esto, exactamente, es lo que le ocurrió a Monchi anoche y que probablemente continúe durante la semana. Y es que el director deportivo del Sevilla FC opinó en los micrófonos de Movistar sobre la polémica acción. Para el de San Fernando y «para cualquier persona objetiva» el penalti era claro.
Monchi soltó la bomba, como en enero de 2020 cuando irónicamente habló de sacar al equipo del campo, y la prensa capitalina, «La central lechera», empezó la campaña. “Llorón” lo han llegado a llamar en algún que otro medio «serio». “Monchi es el llorón”, el que no tiene grandeza o elegancia, el que es un hooligan. No como cuando Valdano bajó al túnel de vestuarios, no como Mourinho cuando montó un circo en rueda de prensa, precisamente contra el Sevilla, enumerando, papelito en mano, los errores arbitrales, y eso que ganó, o como Butragueño semana sí y semana también rajando del VAR y los árbitros en el micrófono de Mónica Marchante, como volvió a hacer anoche cuando le preguntaron por el penalti de Ocampos y el se sacó de la manga –y de su imaginación– un supuesto penalti sobre Vinicius, que nadie vio porque no ocurrió. Señalar para otro lado para tapar vergüenzas, aunque precisamente vergüenza es lo que no tienen en el Santiago Bernabéu, y esos madridistas de redes, con su supremacía, que para no admitir el «robo» hablaron de la mano de Piqué en Villarreal. «Soy un ladrón, pero tú más.» Lo dijo Pepe Lobo en Twitter:
QUÉ HOSTIAS ME IMPORTA EL BARCELONA, SUBNORMAL. QUE ME ESTÁS DICIENDO QUE ME HAS ATROPELLADO, PERO QUE AYER EL OTRO MILLONARIO DE LA URBA ATROPELLÓ A OTRO Y DIO IGUAL. QUE EL QUE SE QUEDA SIN PIERNAS Y PARA SILBAR PASODOBLES SOY YO, GRANDÍSIMO CABRÓN.
— Pepe (@Lobo41015) November 28, 2021
Quién puede con esa supremacía de ese madridista de Córdoba, de Guayaquil o de Tenerife que se cree superior porque es del Madrid y está orgulloso de ser ladrón. «Monchi, llorón, que no eres nadie» llegué a leer en la red del pajarito azul. Pero vamos a ver José, tienes 35 años y eres de Palencia, solo has visitado el Bernabéu cuando hiciste la comunión, no des lecciones, que está el equipo de tu ciudad muriéndose porque hay gente como tú. Puede que mi visión sobre este tema sea banal o simple. Lo siento, es mi opinión, pero eres un poco cateto no siendo de Madrid, ser madridista y para colmo creerte superior. «Yo soy del Madrid por mi abuelo». Pues cateto tú y tu abuelo.
Esa supremacía madridista de Sudamérica o de fuera de la capital está alimentada por una nueva corriente en internet. Cuentas de Twitter con avatares de Kroos en blanco y negro creando una línea de opinión y argumentos, no son ni para tener opinión propia, se la copian a tuiteros, a los Menez y los YihiRM, este último, por cierto, soltó ayer en Twitter una perlita:
Que Vinicius le marque un golazo al equipo del bufón de Cristobal Soria después de que este le haya intentado humillar desde que llegó al Madrid es el mayor acto de karma que he visto en el mundo del fútbol.
— Yihi (@YihiRM) November 28, 2021
No, querido Yihi, o Paco de Albacete. El mayor acto de karma en el mundo del fútbol no es que Vinicius meta el mejor gol desde que está en el Madrid después de 4 años y 50 millones al equipo de un tertuliano de un programa de un vocero de Florentino, no. El mayor acto de karma sería que el tu equipo, el mayor cáncer del fútbol mundial, desaparezca. Pero no se puede luchar contra la Monarquía absoluta del Santiago Bernabéu, que por desgracia sobrepasa las fronteras de Madrid.