Las últimas horas del mercado de fichajes más movido, loco y lleno de movimientos extraños acabó tocando al Sevilla. Parecía que tras la rueda de prensa de Monchi el mismo 31 de agosto no iban a producirse movimientos inesperados, pero al de San Fernando le quedaba una operación casi tan inesperada como compleja por resolver.
Luuk De Jong, a las 3:30 de la madrugada, seguía siendo jugador nervionense a la espera de la comprobación de los documentos económicos que lo llevarán (han llevado) al FC Barcelona. Ninguno de los clubes, de hecho, lo hizo oficial en la madrugada del último día de la ventana de fichajes. Un error de programación en la web de la entidad culé lo desveló, y sólo queda lamentarse.
No es el delantero con las mejores cifras de Europa ni siquiera era el segundo punta para Lopetegui, pero que se marche el holandés es una mala noticia para el Sevilla FC y para los que veíamos en el holandés un fiel reflejo de lo que es la vida. Por suerte, la figura del ‘ídolo’ la dejamos atrás con la infancia, pero es imposible que no nos sintamos identificados con el bueno de Luuk. Al igual que con otro futbolista que ha generado opiniones de todo tipo como es el Mudo Vázquez, aquí se bancaba a De Jong.
Las críticas en torno a su figura se produjeron rápido. Bastaba con leer un poco las redes sociales o escuchar las opiniones de los sevillistas hacia él. La ilusión que despertaban Chicharito y sobre todo Dabbur era una venda para aquellos que no veían en el ex del PSV que era el bueno -o el menos malo- de los tres. Lopetegui los caló rápido, y menos mal.
En una posición tan específica y tan clave como la de delantero es complicado no levantar la voz cuando dejas de jugar. En Nesyri, por lo que costó y por su perfil, fue muy importante para Lopetegui desde su llegada y Luuk De Jong empezó a ser uno de los habituales del banquillo. ¿Alguien ha escuchado alguna palabra extraña de él en todo este tiempo? ¿Alguien lo ha visto apático cuando ha tenido que saltar al campo? La respuesta a ambas preguntas es ‘no’.
Al margen de todo lo que significó la Europa League de Colonia para el Sevilla FC y el sevillismo por el contexto y el momento, De Jong escribió con letras de oro su nombre en la historia de la entidad. Hombre de noches importantes, de las que hacen temblar las piernas y generan sudores fríos por la presión. Esas noches, justo esas, son en las que Luuk se hace aún más grande de lo que es.
United e Inter, sus víctimas; Colonia, su momento; y el sevillismo, rendido a él y esperando en el puerto a que el barco volviera a pasar. Algunos marchamos con él su travesía, los ‘dejongnistas’. Otros, muchos otros, no quisieron creer en él, pero el holandés tuvo la capacidad de transformar las críticas en aplausos y elogios tras ser vital para levantar la sexta Europa League del Sevilla FC. Luuk, a base de trabajo, fútbol y saber estar, lo consiguió con una de las aficiones más complicadas de Europa, que hoy, en su mayoría, lamenta su salida. La de vueltas que da el fútbol y no sólo sobre cómo se puede cambiar el abucheo por el elogio, si no porque hoy De Jong es jugador del Barça y pocas horas antes estaba entrenando con total normalidad en la Carretera de Utrera.
Los pocos, al final, fueron muchos.