22 de los últimos 24 puntos conseguidos por el Sevilla. Los de Julen Lopetegui son el equipo más en forma de la categoría en los últimos encuentros. La clasificación a la Champions League (certificada de manera oficial) hace semanas que pasó a un segundo plano. La lucha por LaLiga está encarnizada. ‘Obligados’ a soñar con lo que sería, ¿una proeza? A todo esto, el equipo está empezando a bailar al ritmo del ‘Papu’.
El argentino, en sus primeras semanas en el Sevilla, servía como sustituto de un lesionado Ocampos. Acostado a la izquierda, su participación se reducía, quedando en agua de borrajas todas las alabanzas que recibió en redes sociales por parte de analistas, periodistas y entendidos del fútbol italiano cuando se le fichó a finales de enero.
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En el día de ayer, frente al conjunto nazarí, volvió a demostrar, como en Anoeta, que su periodo de acondicionamiento a la ciudad y al club habían acabado. Antes de que llegara el ex de la Atalanta, el Sevilla poseía una gran disciplina defensiva, siempre estando concentrado en los partidos y gestionando muy bien las ventajas de los goles, entre otras de las virtudes del equipo. Lopetegui, quizás, tenía ‘miedo’ que su inclusión como titular generara desequilibrios. Pero no, lo que ha conseguido el míster de Asteasu es que, aún estando en el once el ‘Papu’, el Sevilla sigue siendo muy fiable atrás y mucho más imaginativo en campo contrario, percibiendo una fluidez en el juego que tiene que gustar mucho al aficionado sevillista.


El cambio de rendimiento en estos últimos partidos es evidente, todo gracias a que el míster vasco lo ha sabido ubicar como mediapunta, donde a diferencia de la banda, no requiere de tantos sacrificios defensivos y sí mucha mayor libertad para moverse entre líneas y ser él el protagonista de la mayoría de situaciones ofensivas del equipo.
Empieza a saber reconocer los movimientos de sus compañeros, sabiendo donde están y qué van a hacer los Jesús Navas, Marcos Acuña o Lucas Ocampos. No solo aparece en la zona de 3/4 rival, no, sino también le dan la oportunidad de aparecer en otras alturas, siendo el responsable, en ocasiones, de empezar las jugadas. En definitiva, está empezando a ser determinante sin que el equipo pierda la personalidad por la que se le caracterizó antes de la llegada del futbolista argentino.