Sin duda alguna el partido en el Santiago Bernabeu estuvo marcado no por dos partes clásicas sino por 3 partes donde los contextos fueron muy diferentes pero el resultado, el esperado desde la previa a priori, terminó siendo el correcto.
La primera parte estuvo marcada por un Sevilla que apenas pudo progresar en ataque mediante el pase y que fue atosigado por un Real Madrid que dificultó mucho la salida de balón. La agresividad sin balón en campo contrario del Madrid hizo estragos a un Sevilla que no conseguía conectar pases y progresar a través de ello. Jugaron más a lo ancho que a lo largo ya que, sin un delantero referencia arriba, poco podían hacer los hasta 5 mediocampistas que alineó el técnico argentino.
Ya en ataque, les faltó mucha profundidad y apenas pudieron proyectarse. Cuando en ciertas situaciones conseguía superar las dos líneas de presión, el equipo apenas había basculado y los lamela/Isco sobre todo, se encontraban solo y tenían que, o auto fabricarse una jugada, o reiniciar el juego.
No obstante, en el aspecto defensivo tuvieron errores no forzados en zonas de campo muy comprometidas que acabaron en gol de Luka Modric y en una primera parte donde fueron muy dominados por un Real Madrid que se encontraba muy cómodo instalado en el campo, tanto con balón, donde su ocupación de espacios fue excelsa como sin balón, donde los de Ancelotti, con esa contundencia física ganaron prácticamente todos los duelos individuales.
Una segunda parte dividida en dos parte a su vez
Tras el paso por vestuarios, vimos otra versión del Sevilla en cuanto a instalación en campo contrario y zonas de iniciación. El equipo, progresó muy bien tanto por dentro como por fuera, con un Isco y un Óliver Torres que bajaban a recibir, conectaban entre líneas, caían a banda. No obstante, los laterales, sobre todo en la derecha con un Montiel que pasó de central a lateral, pudo proyectarse y ganar altura, lo que se tradujo en un foco de peligro. Es más, de un robo de él mismo llega el gol tras combinar al espacios con el de siempre, el que mejor identifica-ataca los espacios, volvió a marcar.
Lamela, con un desmarque de ruptura excelso, empató la contienda y el Sevilla iba a más. En ese contexto donde el Real Madrid estaba tocado, cometiendo muchos errores no forzados y sin identificarse en el campo, los de nervión debieron haberse crecido y haber dado más de si. Sobre todo porque el medio campo de los merengues estuvo desaparecido al menos 25 minutos y fue ahí, donde el “centrocampismo” del Sevilla pudo haber crecido y haberse puesto por delante en el marcador.
No obstante, no se aprovechó la ocasión y los cambios del Real Madrid consiguieron revertir la situación ya por los últimos 15 minutos finales. A partir del segundo gol de los locales, precedido de una pérdida en campo contrario y una transición merengue perfecta, los hispalenses se mostraron muy pasivos en defensa, en gran parte, por el bajón anímico que supuso el segundo gol, y llego el definitivo que remató el partido.
Unas conclusiones muy claras
Haciendo una perspectiva global con respecto a hacer 1 mes, el Sevilla ha crecido poco pero ya se va viendo una leve mejoría. Aún así, se sigue reafirmando y se sigue avalando que el principal problema de la situación actual es la planificación deportiva de esta temporada, con unos lunares que todavía, y de momento, ya veremos en el mercado de invierno, no se han extirpado.
Sampaoli no es un dios griego pero si un especialista en sacar adelante equipos en situaciones complicadas. Ya lo trabajó con el Olympique de Marsella y esta vez le toca hacerlo a 1491 KM de distancia en otra ciudad y en otro club, el Sevilla FC.
