En una sociedad donde cada vez más se vuelve todo más monótono y capitalista, en el fútbol se va perdiendo la esencia y el calor de esos aficionados, que por H o por B, por tradición o por amor al arte, acudían desde muy chicos al estadio y durante su infancia y madurez posterior irían forjando un sentimiento por un club de fútbol.
Hoy en día, ya con todo globalizado y movido por el dinero, esos jóvenes que acuden al campo con 4 años y pasan una vida entera recorriendo la quilométrica avenida Luis Montoto para ir al estadio, estar 1 hora de coche/bus con gente de su pueblo para llegar al campo mientras llevan en sus mochilas el bocadillo para el descanso con toda la ilusión de un chiquillo, se está acabando.
Se puede entender perfectamente que como empresa que es cada club, esta quiera sacar rédito económico de todo, pero, para una empresa, el cliente debe ser lo más importante y para augurar un futuro próspero, hay que cuidar al cliente más joven, como si de una cantera, otro tema a debatir, se tratara.
Algo falla en el sistema
La edad media del abonado sevillista es de 40 años, según me confirmaba el propio club en la reunión previa antes de la campaña de abonados. Una edad para analizar. La política que lleva a cabo el Sevilla para atraer a ese público joven es deleznable comparado con la de otros clubes y si quieres presumir de afición es algo que no concuerda.
Ya no hablo de los precios de los abonos, sino a la hora de hacer cantera para los próximos años, donde, si seguimos este camino, vamos en contra dirección.
Sea como fuere, uno de los ejemplos más básicos que hemos visto recientemente ha sido la presentación de Isco Alarcón el pasado miércoles. Más allá de la ilusión que ha creado el fichaje, la mayor parte de aficionados que fueron eran niños que seguramente, sería la primera vez que pisaban el Ramón Sánchez Pizjuán.
Con respecto a otros clubes
El Espanyol, este año, por su parte, para potenciar la incorporación de los más jóvenes aficionados, todos los abonados infantiles hasta los 15 años pueden aportar un nuevo abonado infantil de manera gratuita. Es decir, pongamos un ejemplo, de una familia donde el padre va con sus dos hijos/hijas al fútbol, uno de ellos, si es menor de edad no tendría que pagar nada.
En otros club como el Real Betis Balompié, del que hay que poner en valor su gran empeño y cuidado del bético, el carnet joven es hasta los 21 años, a diferencia con el Sevilla donde a partir de 16 ya pagas el carnet de Adulto.
No obstante, sin entrar en localismos que ya me veo a algunos, al hilo del Real Betis, un ejemplo perfecto al tener su afición, en la mayor parte, el mismo nivel socioeconómico que los sevillistas, su política de descuentos y promociones si incentiva a que el público más joven tenga muchas más posibilidades de ver el Benito Villamarín con una edad muy corta y vaya “mamando” en el buen sentido de la palabra, ese sentimiento.
Desde la propia piel de sevillistas
Roberto, Lolo Molina y Pedro Monago nos cuentan, desde su propia piel, su primera experiencia en la catedral del fútbol sevillano, que sensación sintieron en su cuerpo al pisar el campo y en que temporada se arrancaron como abonados;
Desde la experiencia de Roberto, pintor inefable y sevillista hasta la médula me cuenta lo siguiente:
“Nunca pude sacarme el carnet de socio, en mi familia, el presupuesto era el justo cuando era pequeño. Tuve la suerte de las temporadas de Suker, tener entradas gratis toda las temporadas, por un trabajo que hice de dibujo y que me pagaron de esa forma <<ojalá cobrará algún trabajo así ahora>>”.
“Sí que me he preocupado de llevar a mis hijos (que tengo 3, una de 11 y mellizos, niña y niño de 8 años) al estadio, de uno en uno, dedicándoles con mucho cariño ese día, inoculándoles el venenillo sevillista”.
Ya Lolo Molina, un puretón, como se dice cariñosamente, de los que irías de cervecitas y cerrarías cualquier bar del centro de Sevilla, me aclara que;
“El primer flash que tengo de imágenes en mi cabeza, es el gol norte grada baja. Lo recuerdo perfectamente, podría tener 5,6, 7 años máximo. Una cosa que me impactaba eran los soldados de uniforme, que entraban gratis al campo”.
“Después pase a ver el fútbol con mi abuelo Rafael, la persona más sevillista que he conocido en mi vida, el mismo me inculcó que en el estadio no se protesta ni se insulta a los de uno propio. Después, por cuestiones de edad, empecé a ir al fútbol con mi padre, el cual hacía prensa deportiva, entonces cuando iba, iba a zona de prensa”.
“Cuando me hice ya mayor me establecí en el estadio, saqué carnets para mi familia. He encontrado mi posición natural en Gol Sur, en la parte más alta del estadio, donde puedo ver el fútbol de pie, lo que más me gusta del mundo.”
“Recuerdo que se era muy feliz en el estadio, los olores, los sabores, incluso las salchichas que dicen que eran radiactivas para mi eran gloria bendita. El olor a reflex cuando iba a banco de pista detrás del banquillo local.
“Yo era un niño y había muchos niños en el estadio, algo que no hemos conseguido en la actualidad”. Llevo 35-38 años dando vueltas por todo el campo del Sevilla. Siempre he sido feliz viendo el Sevilla jugándose los descensos, en segunda, en Champions…”
“Tenemos que encontrar un sistema donde el Sevilla prevalezca, para que dure. Para que dentro de 40 años mis hijos sigan orgullosos de lo que han vivido con el Sevilla”
Su audio completo, sin recortar, de manera muy informal, os lo dejo aquí abajo:
Para rematar la faena, como se dice, Pedro Monago, abogado de toda la vida, y sevillista no de cuna pero si hecho y derecho me comenta lo siguiente;
“Yo no soy eso que tanto oigo a mis amigos decir con orgullo, sevillista de cuna. Nacido en Badajoz, los destinos profesionales de mi padre me fueron llevando por distintas ciudades de España antes de llegar a Sevilla en el verano de 1977.
“Por aquel momento, acababa de ganar la Copa el Betis y en septiembre jugó su primer partido de Recopa contra el Milán, al que asistí. Por lo que sea, no vi allí mi sitio y en cuanto empezó el instituto me decanté en el recreo por el equipo de los sevillistas”
“Mi primer partido fue un Sevilla-Español, que jugó Biri Biri y un recién fichado Sánchez Barrios“. Con la Liga 1977-1978 me saqué mi primer abono. Tenía 13 años y no recuerdo muy bien, pero diría que me costó menos de 500 pesetas, unos 3 euros. Desde entonces no he dejado de sacarlo cada año”.
“Era un precio asequible y, quizás por eso, en aquellos tiempos no era nada raro ver grupos de chavales de 13 años hacia arriba yendo juntos”.
“Cada fin de semana esperábamos ansiosos la hora de ir al fútbol o reunirnos para escuchar al maestro Araujo retransmitir los partidos de fuera. Algunos jueves escapábamos del instituto para ir al estadio a ver el partidillo de entrenamiento“.
“No ganábamos nada, pero lo recuerdo con nostalgia por la ilusión con la que aquel grupo de 10/12 chavales, al que fuimos incorporando a los hermanos pequeños, se reunía para la ocasión”.
“Recuerdo con agrado hasta el fuerte olor a puros o a la mezcla de café y brandi que servían en las barras del estadio a los mayores”.
“Era un “vicio” asequible y eso invitaba a que nuestros padres vieran con buenos ojos la afición. Curiosamente ninguno de ellos era socio, el grupo se formó solo con los niños”.
“Hasta dónde conozco, todos aquellos niños hemos seguido siendo socios con mucha continuidad y hemos idos haciendo socios a nuestros hijos”.