El partido de anteayer frente al Salzburgo no es más que una muestra de algo que ya estamos acostumbrados. Los pupilos de Lopetegui cuajaron un partido más que mediocre en ataque y que en defensa, debido a errores puntuales tales como el del Gonzalo Montiel, dejaron muerto a un Sevilla FC que ya desde el primer momento empezó a especular cuando la presión iba en su contra.
Nos pueden vender que el conjunto hispalense se siente más cómodo a la hora de jugar partidos cuadriculados tácticamente, sin muchos idas y vuelta y con un ritmo de partido moderado, pero la realidad pesó sobre un equipo que desde el primer momento se le notó espeso a la hora de presionar y muy poco eficaz atacando.
Ayer, los costados, por donde el Sevilla hace más peligro, no se explotaron más de lo habitual. Es más, con el sistema que tenía el Salzburgo, un 4-4-2 en rombo, este te invitaba a profundizar por las bandas por la propia naturaleza del sistema, cerrar muy bien por dentro pero por fuera todo lo contrario.
Sin embargo, tanto Montiel como Augustinsson no consiguieron ocupar posiciones altas en el verde y por ende profundizar por la banda y cargar el área contraría a base de centros laterales. Se quedaban sobre la mitad del verde para ayudar a la salida de balón con un conjunto hispalense que instauraría un bloque medio-alto como podemos ver.
Además, los datos lo avalan. Ambos jugadores generaron tan solo 5 pases progresivos en total y durante todo el partido a diferencia de otros encuentros donde el propio Marcos Acuña se posiciona como el jugador que más pases progresivos hace durante los 90 minutos de la plantilla.
Un Guion de partido mal planteado
Empezando desde la salida de balón hay que aclarar que fue impoluta. Tanto Diego Carlos como Koundé entendieron perfectamente los movimientos inteligentes de los Joan Jordán y Fernando que pudieron infiltrarse entre las dos líneas de presión enemiga y entre ellos combinar con pases filtrados para salir con el balón jugado desde atrás y con ya 3-4 jugadores del Salzburgo sorteados.
A partir de ahí, a la hora de proyectarse en ataque, la toma de decisiones por parte de los Lucas Ocampos y Papu Gomez fue bastante errónea para el contexto que pedía el partido.
Normalmente querían incidir por pasillos interiores, cosa que era bastante complicada por el sistema implantado por el Salzburgo. No en vano, fueron muy impacientes a la hora de crear superioridades por la banda con conexiones lateral-extremos y ejecutar centros laterales donde llegaran jugadores en segunda línea, otro aspecto a recalcar.
En el día de ayer, las internadas al área enemiga que tanto daño hacen por parte de Joan Jordán o Fernando Reges no aparecieron con mucha asiduidad y quieras que no se notó en el sentido de la poca carga de jugadores que había cuando el Sevilla atacaba.
Sea como fuere, en cuanto a la presión se refiere, el Sevilla ejecutó una presión al rival poco eficaz y que en ocasiones le perjudicaba puesto que se abrían espacios en el mediocentro que el propio Salzburgo olía para salir con dinamismo. Lo avala Fbref, el éxito de la presión del Sevilla FC fue de 47.9%, menos de un 50%.
Dejar vivo al Salzburgo, mala opción
Ya en la segunda parte al Sevilla FC se le vio las mismas carencias que la primera. A la hora de atacar, elegía mal por donde penetrar la muralla austriaca. Pese a ello, tuvo la gran ocasión de gol de Munir que le dio al larguero solo delante del portero. Tras ese escalofrío llegaría la debacle mundial, con el gol del un Salzburgo que la segunda que tuvo, la metió dentro tras un clamoroso fallo en la salida de Montiel que deja libre de marca a un Adeyemi que serviría en bandeja en gol a Okafor.
No daba para más el Sevilla cuando una falta táctica de un apercibido como estaba Joan Jordán se convirtiera en una expulsión y dejaba al equipo con 10. Ya con el eso el Sevilla remó en contramarea con el aspecto anímico por lo suelos. Ante ello el conjunto austriaco se sintió muy cómodo sin balón, replegado atrás, juntando mucho las líneas y aprovechando las diferencias de físico que allá por el minuto 70 se empezaron a ver.
Autocrítica y “al toro”
Si es cierto que el Sevilla FC venía a este partido cogido por pinzas al no tener hasta 5 jugadores titulares en su convocatoria. Si es verdad que el físico del equipo durante está temporada está siendo una incógnita para analizar. Es lógico que el hecho de jugársela al todo o nada en el último partido te ejerce presión, más con estos imprevistos externos que hacen pesar aún más las piernas, pero es imperdonable que el equipo no llegara a la última jornada ya clasificado como primero de grupo, o al menos, segundo de grupo.
No hemos tocado fondo pero duele ver como un grupo tan asequible para el conjunto hispalense se haya convertido en un arma de doble filo. Al fin y al cabo, es un objetivo menos logrado. Esto no va a cambiar la forma de jugar del equipo que ya sabemos de sobra como es, pero si será un punto de inflexión a la hora de la planificación de Monchi y del rendimiento del conjunto andaluz por el panorama europea.
Ahora toca un Europa League que objetivamente, es de las de mayor nivel por las debacles de equipos tops que han caído en la misma fase de la Champions League. Al final, como en la vida misma, siempre hay un hilo de esperanza y ese es el bonito camino que le puede esperar al Sevilla hasta poder alcanzar una hipotética final en su mismo templo y con su competición fetiche.