En estas largas noches de parón de selecciones, cada forofo medio del fútbol reflexiona y añora a su equipo. Sus neuronas cerebrales intentan recordar los últimos minutos que pasó delante del televisor en el sofá, escuchando el Carrusel de camino a Casa, o en el propio templo de su equipo. Con mucha nostalgia y ganas de volver a la “normalidad futbolera”, de volver a ejecutar el réquiem suyo de camino al campo, o de prepararse una tapita con algo de beber en el sofá junto a su familia.
Eso sí, en cuanto al fútbol se refiere y a la misma vida, lo último que vemos o sentimos, es lo primero que deseamos expresar y a lo que más vuelta damos. Y eso, en la capital andaluza, con el Sevilla FC, está pasando.
La parroquia sevillista anda desconcertada con su equipo, con la escuadra dirigida por un Julen Lopetegui, el cual, el escepticismo que tanto caracteriza al Sevillista empieza a pesarle. El último partido, la derrota ante el Granada, con un Los Cármenes repleto, removió la memoria y los resultados conseguidos por el equipo.
Pero, en este sitio recóndito donde escribo no vengo a recalcar los número cosechados actualmente por el equipo, ni la posición de la tabla en la que se encuentra, aquí vengo a reflexionar sobre lo que nos depara en esta ilusionante campaña y sobretodo de donde hemos venido.
¿Y que pensarán los pioneros de esto?
Hace un par de meses, viendo un documental en Movistar acerca del Sevilla FC pensé, ¿Qué sería de esos sevillistas de los años más oscuros de la entidad en donde poco a poco se iría cociendo a fuego lento un proyecto con los símbolos de la entidad y la idiosincrasia de la ciudad?. Qué pensarían de nosotros, los que nos volvemos locos y empezamos a conspirar y ser dogmáticos en el sentido de la palabra con el equipo actual, cuando siendo resultadistas, tan solo llevamos una derrota en la liga, somos el equipo menos goleado, llevamos 14 puntos de 21 posibles con un partido menos, dormimos en zona champions….
Siendo realistas, si es cierto que las sensaciones mostradas no son las más buenas pero, viendo este equipo la temporada pasada y la anterior, ¿Qué nos hace pensar que esta plantilla, una de las mejores de la historia de la entidad, no va a ir carburando hasta su máximo nivel?. Y encima, a eso, hay que sumarle el 100% de aforo.
La bombonera de Nervión, el templo del Sevilla, la catedral del fútbol sevillano, como queramos llamarle, volverá a rugir como en antaño. Volverá a ser lo que era antes, un hervidero de sensaciones donde 40.000 voces de distintos intervalos de edad, guiarán como peregrinos a su santo a la gloria.
Es el momento de reflexionar, es el momento de tomar velocidad de crucero tras el parón de selecciones. Es el momento perfecto para recuperar lo que fue ese Sevilla de la temporada, el que no le temblaba el pulso con ningún equipo, el que no tenía escrúpulos con nadie, a lo suyo, siendo increpado desde personas externas, pero consiguiendo resultados y asentándose en lo que siempre repite el presi, la zona Champions.
Reflexionemos con el pasado para valorar el presente
En menos de 30 años, hemos pasado de sufrir y llorar por dos descensos, un séptimo puesto en segunda división o muchas históricas eliminaciones en Copa del Rey, como la del Isla Cristina y Osasuna a hablar de semifinales de Copa del Rey, de octavos de Champions, de Supercopas de Europa, de España. Quién lo iba a decir.
Nadie pensaría en ese caluroso 2 de Agosto de 1995 que en la misma Avenida de la Constitución, donde cientos de Sevillistas en mitad de sus vacaciones lucharon porque su equipo no bajara a la segunda división B, años después se celebraran títulos tanto nacionales como europeos, reuniendo una mezcla de generaciones donde hasta seguramente sus padres, abuelos, tíos correspondientes vivieron en carne y hueso esa manifestación.
Es por ello y mucho más que hay que valorar el presente, eso sí, siendo autocríticos con el equipo en su justa medida porque, la crítica, te hará crecer y ser más grande. La clave es cambiar lo mero excepcional en algo habitual y esta temporada, lo mero excepcional de los últimos años se va a cambiar por algo habitual estoy seguro, a no ser que el azúcar que tantas vece dijo el maestro Caparrós se me suba al cerebro.