Ni Monchi es el Monchi del siglo XXI, ni el Sevilla es el Sevilla del siglo XXI. Y si uno de estos dos no está, el otro tampoco.
Si le preguntáramos al sevillista medio de la ciudad de Sevilla, o de cualquier rincón de este mundo globalizado por el futbol, que figura o persona considera más importante en la reconversión de este Sevilla FC desde comienzo de siglo XXI, la gran mayoría diría, con firmeza, el nombre de Monchi, León de San Fernando, Ramón Rodríguez Verdejo, como queráis conocerle.
Monchi es como aquel amigo que te falla una, te falla dos, o te falla tres veces pero que con un par de cortaitas’ acompañado de unas almendritas en el bar de abajo de tu barrio se soluciona todo, en un tono distendido y filosofal, recordando antiguas vivencias, como si de antiguos fichajes de Monchi se tratara.
Porque ese es Monchi, un tipo normal y corriente, de San Fernando, que con trabajo, esfuerzo y sobre todo corazón, se ha ganado el crédito y la confianza de toda la afición sevillista y de todos los consejos de administración que le han acompañado.
Pero, ahora la realidad es otra. Las películas tienen momentos felices y momentos duros. Y el Sevilla, está pasando por una película de suspense donde nada acompaña, tanto en los deportivo, como en lo social, pasando por lo institucional. Además, la bola se hace más grande todavía con un final que da miedo transcribirlo en palabras.
Y en esta película de suspense Monchi es el actor principal. Él lo sabe, y la mayoría de los sevillistas también, aunque otros muchos no.
Sea como fuere, de haber habido una buena transición de ventas en los últimos años, de no haber abandonado el modelo de éxito del Sevilla por sobre ambición y de haber sabido vender a tiempo y anticiparse a inconvenientes, el club no estaría en esta situación. Y ahí, el foco no solo ilumina a Monchi, sino también al Consejo de Administración y sobre todo, a Pepe Castro.
La planificación ha sido calamitosa y la transición de plantillas en los últimos años ha sido peor. Cierto es que habrá habido condicionantes económicos, peticiones expresas de Julen Lopetegui, pero los perfiles que ha traído este mismo año; jugadores poco certeros y de no rendimiento inmediato, con un historial de lesiones largo o de poco ritmo competitivo previo han terminado de fulminar a un Sevilla que debería haber hecho una transición de plantilla rozando la excelencia para seguir manteniendo el nivel.
Los puntos flacos se han acrecentado, y lo que había que reforzar se ha hecho mal. Y no en una ocasión, sino en dos. No obstante, esto se veía venir desde hace tiempo.
Sin duda alguna es el Monchi menos ejecutivo de los últimos años. No soy quién para juzgar su trabajo desde puertas para dentro. Además, no voy a caer en aquellos discursos de si Monchi se ha comido el personaje porque son falacias informativas que vienen desde frentes mediáticos capitalinos que han visto en Monchi una figura de riesgo ante el imperio propagandístico de la capital española, que es destructora con todo lo que puede estar fuera de su control.
Sea como fuere, algunos gestos como los de Almería sobraba, y es así. Más vale hablar en los despachos que en el terreno de juego. Hay que tener más vergüenza torera. Y como ahora se polariza todo, si Monchi no sale, se critica y si sale, también.
Es el Monchi menos León de los últimos años pero si ese amigo perdona al otro bajando al bar de abajo, los sevillistas deben saber que Monchi tiene crédito y que sin él, en gran parte, no estaríamos donde estamos ahora.
Ahora, ese crédito tienen que convertirse en hechos y fichajes, que cambien el rumbo deportivo de una plantilla que ha bajado su nivel drásticamente.
Sino, posiblemente bajaremos, pero no al bar…..