Julen Lopetegui vio en el partido frente al Chelsea una oportunidad para dar descanso a algunos de sus mejores hombres. Con la clasificación hacia octavos conseguida, puede ser entendible esos cambios realizados. El problema fue que los jugadores del Sevilla no comparecieron durante el encuentro.
Frank Lampard pensó igual, colocó tanto una defensa suplente, como una tripleta atacante menos frecuente.
El conjunto londinense adiestró una presión alta, que cuando perdía la pelota, se replegaba con 1-4-5-1. Sus laterales, muy apoyados por los extremos, cerrando la zona central y quedando Giroud como único punta.
Ensanchó el campo con Hudson Odoi y Pulisic, dejando a Havertz un pasillo por la zona central, siendo el ancla entre mediocampo y punta de ataque Cuando la jugada iba por las bandas, los tres atacantes avanzaban terreno con una facilidad inusual en el sistema defensivo sevillista
Con un repóquer de goles, Olivier Giroud fue la figura indiscutible. Realmente no participó en la construcción de las jugadas, pero fue capaz de precisar las ocasiones que tuvo.
Para presionar al rival, Idrissi y Franco Vázquez se encargaban de presionar por bandas, mientras cuando se defendía, también se rearmaban en un 1-4-5-1, retrasando la posición de extremos al mediocampo y dejando como único punta a En-Nesyri.
En el primer tiempo no se hizo ni el más mínimo daño al rival. En la segunda parte, un Jesús Navas con más ímpetu, se hizo dueño de toda la banda derecha, desplazando a Franco Vázquez a una posición más centrada, más habitual para él.
