Las primeras veces son siempre mágicas. La primera vez que realizas la estación de penitencia, la primera vez que pisas el Ramón Sánchez Pizjuán, la primera vez que te compras una camiseta del Sevilla, la primera vez que pruebas la cerveza en el Coronado o que paseas por los callejones del barrio sevillano por antonomasia de San Juan de la Palma.
Vivir con la misma pasión, el mismo cosquilleo en el estómago y la misma sensación que esas primeras veces, algo que llevas repitiendo durante años, te llena de nostalgia y lo sientes más tuyo, como si cada vez que lo sintieras se repitiera el momento exacto de esa primera vez.
Eindhoven, el principio del todo
Como la primera vez en Eindhoven, otro niño pequeño tendrá la posibilidad de ver levantar al Sevilla FC su primer título europeo.
Como la primera vez en Eindhoven, cualquier adolescente imberbe tendrá la posibilidad de ver como Jesús Navas levanta una Europa League, como ya lo hizo Javi Navarro, levantando la primera Europa League de muchas.
Como la primera vez en Eindhoven, ese adulto que había vivido los años trágicos de los 90 podrá vivir un nueva final europea en un año de agonía por no descender.
Y, como la primera vez en Eindhoven, ese anciano sabio, que tantas anécdotas había contado del Sevilla antes de presenciar la primera UEFA, tendrá la posibilidad de ver reflejado en sus ojos cristalinos y llorosos otra UEFA más en el palmarés de su Sevilla Fútbol Club.
Ya son muchas generaciones la que han visto por primera vez levantar un título europeo al Sevilla FC y gracias a ese lema de “Nadie la quiere como Nosotros” más generaciones de sevillistas podrán palpar internamente esa sensación de conocer por primera vez, siendo conscientes, lo que supone ver a tu equipo levantando su trofeo en su competición.
Porque, como la primera vez y en todas, el Sevilla ha tenido que superar dificultades en el camino y en partidos agónico, porque, como la primera vez, la conexión grada-equipo ha alzado a los de Mendilibar a una nueva final, porque, como la primera vez, el conjunto hispalense ha tenido que vivir una prórroga en su campo como con el Schalke para llegar a la final y, como en la primera vez, el Sevilla volverá a vestir de blanco.
Lo vivido esto últimos 17 años tiene un denominador común: la ilusión y el amor que desprende tanto el sevillista y la entidad en todos sus departamentos en esta competición desde que aquel 10 de Mayo de 2006 donde el conjunto hispalense iniciaría un bonito camino, no tan largo como muchos esperaban, por el viejo continente europeo, llevando el nombre su ciudad en el escudo y serigrafiando con letras de oro los valores, la cultura, la humildad y el saber estar de un club de fútbol que va más allá de lo que supone el deporte.
Toda lo sufrido esta temporada y lo que nos viene en la final va para todos aquellos que estaron presente en aquella mágica primera vez, y ya no están. Porque, todos ellos están presentes siempre, en el tercer anillo de la bombonera, alentando desde el cielo junto con Antonio Puerta y Jose Antonio Reyes.
Como dice la canción de Los Secretos: “Hoy he soñado en otra vida, en otro mundo, pero a tu lado”