Ha llegado el día. Budapest lleva tiñéndose de rojo y blanco desde el lunes, pero el partido es hoy. El Sevilla FC – Roma no es un regalo como se lleva diciendo desde que los nervionenses eliminaron al Manchester United. No deja de ser otro ejemplo de no rendirse, de reponerse ante las dificultades y de dar un puñetazo encima de la mesa para demostrar quién eres. Cuando el balón eche a rodar en el Puskas Arena a las 21:00 horas solo quedará terminar la tarea de la mejor manera posible, la manera sevillista cuando el negro y el naranja empapan cada rótulo.
El camino ha estado plago de espinas. No ha sido fácil para nadie de los que compone el Sevilla FC. Desde Castro hasta el último utillero, en el Sánchez-Pizjuán se han visto escenas más propias de principio de siglo que de 2023. Una reacción lógica y a tiempo, llevada a cabo por los profesionales especializados en la materia, logró que rumbo virase hacia un lugar que, aunque no era el soñado, lo cierto es que es casi mejor. Tener la posibilidad de levantar plata siempre estará por encima, para los sevillistas, de llegar lejos en Liga de Campeones o en LaLiga. Qué mejor que en la Europa League, ‘su’ competición, y qué mejor que una redención a tiempo.
Lo decía Mendilibar en la rueda de prensa previa a la final de Budapest. El mérito, también, es de sus predecesores. Sampaoli logró meter al equipo como tercero en la fase de grupos de Liga de Campeones y eliminó a PSV y Fenerbahçe. El vasco, uno de los principales responsables de poder darle la séptima final europea a los nervionenses, llegó ‘solo’ para eliminar a Manchester United y Juventus. Por supuesto, en esta ecuación entra una plantilla que no era tan mala como parecía y un director deportivo y un presidente que supieron reaccionar a tiempo para salvar la temporada y darle ese regalo inexistente a los sevillistas tras un horrible año.
No hay secretos en este Sevilla FC. El entrenamiento previo al partido más importante de la carrera de Mendilibar se realizó ante las cámaras y los periodistas desplazados a Budapest. Alguno estará tirándose de los pocos pelos que le quedan por realizar tal ejercicio de transparencia, pero así es el de Zaldívar y demuestra, una vez más, que hacemos más complicadas las cosas realmente sencillas. Con toda la plantilla en Hungría, el entrenamiento estuvo plagado de volteretas e intensidad, que demuestran lo que es Mendlibar.
Enfrente estará la Roma de José Mourinho. Ya no solo es el miedo de la final, porque también juega un papel crucial el papel del técnico portugués. Pese a que no infunde el mismo respeto que hace diez años, el portugués es uno de los entrenadores más exitosos del mundo del fútbol. Su carácter, unido a un fútbol defensivo y prolífico, son el tándem perfecto. No tendrá, a priori, bajas importantes, aunque se espera que Paulo Dybala, la gran joya del cuadro romano, no salga de inicio tras salir recientemente de una lesión.
Los regalos que no lo son se convierten en merecimientos. Esta final de Europa League que va a disputar el Sevilla no deja de ser un ejercicio de convencimiento, resiliencia y motivación. El fútbol no tiene cuentas pendientes con nadie ni mucho menos entiende de merecimientos. El deporte de máximo nivel entiende de sacrifico, trabajo y decisiones acertadas.