Una de las mayores verdades dichas sobre el fútbol es que no tiene memoria. El tiempo vuela y los logros conseguidos ayer no sirven para el hoy. El deporte no espera a nadie por mucho que algunos, dentro de nuestros pensamientos, nos lamentemos de que un jugador no la ‘rompiera’ o creamos que hay que ser pacientes para volver por nuestros fueros.
Desde hace varios meses las redes sociales se han convertido en vertederos. Cubos rezumando de odio, de ganas de bronca. Aquel lugar donde el diálogo, la discusión y el debate eran abanderados por los mismos usuarios se ha convertido al ‘yo’ y ‘mis yo’. Si no te gustan eres, como poco, un imbécil. La sociedad que hemos creado, entiendo. Para aquellos que amamos el debate, el intercambio de puntos de vista y la interacción con las personas vamos rehuyendo poco a poco de estos sitios en la medida que la profesión nos permite.
En clave Sevilla FC, el verano ha sido un hervidero. Con más o menos motivos, pero las redes sociales han ardido, literalmente. Las críticas, el negativismo. El ‘ese tiene más que yo‘ sin mirarse primero al ombligo o ‘¿por qué nosotros no y ellos sí?’. El comienzo de temporada, con una derrota en El Sadar y un empate en el Sánchez-Pizjuán, han empeorado aún más la situación. La exigencia del buen sevillista, dirán aquellos que tienen intereses o que tienen dos luces para criticar por criticar hasta que camiseta se puso Castro para despedir a Diego Carlos.
La última ha sido por el sorteo de la Liga de Campeones. El Sevilla, al contrario que la temporada pasada, está encuadrado en un grupo de los más difíciles de esta edición. Manchester City, Borussia Dortmund y Copenhague serán sus rivales en la fase de grupos. Ni un minuto pasó desde que la bola nervionense fue encuadrada en el grupo de los citizens para leer el primer “no pasamos” en cuentas sevillistas de Twitter. Tras la finalización del sorteo fueron miles y los famosos ‘Spaces Sevillistas’ se llenaron de pesimismo.
Decía Anna Freud, hija del psicoanalista Sigmund Freud, que muchas cosas se hacen problemáticas por el descontento con uno mismo.
Siendo franco, la situación en la que está inmerso el cuadro de Julen Lopetegui no es para ser positivo. Hay señas de agotamiento, de caducidad de ideas y de poca caja para darle algo nuevo a los técnicos antes del cierre de mercado. La cuestión, en estos momentos, es la recordar que eres hexacampeón de Europa, que estabas en el bombo 2 por tu trayectoria en Europa en los últimos años y que eres el Sevilla FC. Mientras esas cuentas no se miran al ombligo, los aficionados del Manchester City o Borussia Dortmund tampoco están cómodos de que se les haya cruzado por el camino un equipo histórico en el Viejo Continente.
En tiempos de reconstrucción, en los que los rayos de sol no llegan a iluminar entre tanta tiniebla, mirarse al espejo ayuda a encontrar soluciones -para los directivos- y esperanza -para los aficionados-. Una trayectoria cuasi impecable en Europa e instalado en el ‘Big Four’ de LaLiga, por no seguir con la lista de éxitos cosechados por el Sevilla en el siglo XXI, deberían de ser suficiente para, como poco, esperar a que ruede la bola en ‘la noche de las estrellitas blancas’, ver lo que sucede en la primera vuelta y realizar un análisis sobre el futuro nervionense en la Liga de Campeones. Debería de ser suficiente, como poco, para no tenerle miedo a un equipo sin tradición europea, a otro que no es lo que fue en los últimos años y a un equipo danés -con todos los respetos- hasta que no se de comienzo al primer encuentro.
Los mayores que el que les escribe quizás le suene la frase que le dice Mufasa a Simba en ‘El Rey León’ porque sus hijos la han visto mil veces. Los que nos hemos criado en esa época la recordamos, seguro, si la hemos visto recientemente. “Has olvidado quien eres… Mira en tu interior Simba, ERES MÁS DE LO QUE ERES AHORA. Debes ocupar tu lugar en el ciclo de la vida. Recuerda quien eres…“.