No hay quién pare al Sevilla cuando equipo y afición son uno. Ni Ten Hag, ni De Burgos Bengoetxea ni absolutamente nadie. Cuando se da esta simbiosis, los nervionenses no tienen rival. Si, además, se da a finales de abril, es imposible no ilusionarse. En Nesyri, al filo del final, da la victoria a los de Mendilibar ante el Villarreal por 2-1. Espoleados por una afición incombustible en los últimos diez minutos, Nervión mira empieza a mirar hacia arriba. Qué bonito es el fútbol.
Con nueve cambios en el once con respecto al encuentro ante el United, la misión del Sevilla era puntuar. No era ni lo exigible después del ‘palizón’ que se dio en Europa League, pero entró en el partido tal y como respondió ante los ‘red devils’. En los primeros cinco minutos había tenido cuatro ocasiones gracias a la presión intensa y a los robos cerca del área. Suso estaba corriendo como el que más, Gueye se había hecho con el centro del campo y Bryan ponía la electricidad. El Villarreal estaba adormilado, con las manos en los bolsillos todavía, viendo como les pasaban por todos sitios como aviones. Cuando veamos equipos así, que cambian la dinámica de un día para otro, pensemos más en la importancia de lo anímico y mental que en la preparación física, porque estamos hablando de deportistas de primerísimo nivel.
Parecía que el partido ante el Manchester United no había terminado. Era una prolongación casi calcada del mismo. El 4-4-2 defensivo de Mendilibar dejaba al Villarreal descuadrado, con pérdidas a lo largo y ancho del campo y sin capacidad para superar líneas. Tácticamente, de nuevo, estuvo perfecto el Sevilla, que se ha vuelto un contragolpeador nato. Suso, del que decía Mendilibar que tenía que correr más, arrancó cerca de su área tras un robo, llegó hasta la contraria para ponérsela a Rafa Mir y que este fusilara a Reina al primer palo, poniéndola en la escuadra. En el minuto 33, para los fans de Fernando Alonso, llegó el gol sevillista para dos futbolistas que, en mayor o menor medida, tienen que reivindicarse.
Tras el gol desconectó el Sevilla. Lo Celso tiró de los castellonenses en los últimos diez minutos y generó muchísimo peligro. De hecho, Jackson anotó en fuera de juego. Tras el paso por túnel de vestuarios cambió algo la cosa, pero no en demasía, con un Villarreal mucho más suelto y arriesgado que durante la primera hora inicial. Avisó Mendilibar que el Sevilla iba a pagar los platos rotos en la última media hora, justo cuando llegó el gol de Pau Torres en el que Badé lo habilita con un toque con la cabeza. El 1-1, por las ocasiones erradas en la primera mitad, era injusto.
Mendilibar intentó activar al equipo con Lamela, En Nesyri, Ocampos, Navas y Fernando. Rara vez ha utilizado los cinco cambios, pero el partido lo pedía. Gol Norte empezó a apretar en los últimos diez minutos, sabedores de su importancia cuando no se está tan fino y conocedores de que en Nervión ya se han visto imágenes más espectaculares que una posible victoria in-extremis ante el Villarreal. Había que dar ese último aliento, ese último empujón para llegar al objetivo, y vaya si lo hizo. Otra vez En Nesyri. Otra vez en un córner botado por Rakitic. Otra vez en el descuento. Puro Ramón Sánchez-Pizjuán.
La simbiosis, tal y como la define la Real Academia de la Lengua Española, es la “asociación de individuos animales o vegetales de distintas especies, sobre todo si los simbiontes sacan provecho de la vida en común”. Ni el Sevilla podría explicarse cómo ha llenado sus vitrinas durante toda su historia sin unos tipos como los que lo acompañan en la grada cada dos semanas ni esos tipos podrían haber elegido un equipo que sepa traducir lo que ellos hacen en la grada sobre el campo. Son uno, como el blanco y el rojo o la casta y el coraje.