Nueva victoria, la segunda consecutiva en la competición doméstica. A base de ‘arreones’ siguen llegando los triunfos para los de Lopetegui. El querer, además, jugar bien es una quimera, algo complicado, sabiendo que esta plantilla casi al completo, lleva empalmando encuentros desde principios de agosto.
La recaída en sus molestias de Acuña y la poca incidencia en ataque de Sergio Escudero y Óliver Torres, el cual no encontró su sitio partiendo desde banda, hicieron inoperante cualquier acción de peligro de los de Lopetegui desde el lado izquierdo.
Todo lo contrario en el costado contrario, un auténtico martillo pilón. Jesús Navas y Lucas Ocampos golpearon sistemáticamente buscando un ‘testarazo’ de En-Nesyri. Hasta el empate (2-2) no habían conectado por pocos centímetros o por despejes de Aidoo, pero cada centro desde banda era un dolor de muelas para el Celta.
El Sevilla continúa siendo un equipo muy previsible, pero ya lo era el año pasado. Ahora, obviamente, sin Banega y con ese punto menos de definición de Ocampos, el dilema se acentúa. La clave puede estar en que ahora los de Lopetegui avasallan menos con el control de la pelota. Ahí, la desconexión que existe entre Rakitic y Jordán tanto en el aspecto defensivo como ofensivo, está jugando un factor decisivo.
Hay un tema que es importante en clave Sevilla. Al final, por inercia, los de Lopetegui acaban sumando una buena cantidad de futbolistas en zona de 3/4, encierran al rival, pero necesitan marcar o terminar jugada, ya que corriendo hacia atrás sufre. Y no es porque los centrales nervionense no se impongan en los contraataques, sino porque se encuentran más rivales que defensas sevillistas. Ayer se vió, las ocasiones viguesas llegaron a partir de de robos, ganando duelos individuales y generando superioridad numérica en las contras.
Frente al Celta tuvieron la llave del triunfo Idrissi, Óscar y Munir. Tal vez, mañana, la clave esté en la doble punta de Carlos Fernández y De Jong o la pausa de Suso junto a la movilidad de Óscar. Ahí debe estar la valentía de Julen Lopetegui, un técnico persistente en su sistema fetiche (1-4-3-3), que sea capaz de tornar su dibujo, sorprendiendo a los rivales y consiguiendo victorias, no porque un disparo haya tocado en un rival, no; sino a través de jugadas elaboradas hechas por determinados futbolistas.