La locura y la revolución ‘sampaolista’ quizás era una prolongación del ‘lopeteguismo’ más rácano. El Sevilla FC sigue sin encontrarse y da igual que sea en el Bernabéu, en el Signal Iduna Park o en el Visit Mallorca. Sampaoli sigue siendo presa de sí mismo, con un equipo inoperante y sin una identidad definida. Para algunos compitió ante un Real Madrid a medio gas que parecía que no quiso hacer más sangre del árbol caído. La visita al dentista fue distinta pero con el mismo final.
Es complicado cuando no encuentras certezas ser constante. Quizás Jorge Sampaoli siga en sus trece con su discurso, con la alegría del fútbol y con el disfrute con la pelota, pero este Sevilla no está construido para pasarlo bien. Por mucho que se empeñe en jugar sin punta haciendo gala de corrientes futbolísticas no triunfantes, lo cierto es que este equipo no está para competir a lo que él quiere. Primero porque tiene un problema psicológico endémico, heredado y difícil de tratar; segundo porque los perfiles no te dan para plantear ese tipo de fútbol alocado que pretende; y tercero porque no se puede competir con exfutbolistas. El gol de Modric viene de una pérdida absurda de Montiel, el segundo por una de Rafa Mir y en el tercero no puedes hacer nada, solo rendirte ante Federico Valverde. El Sevilla necesita sacar la cabeza.
Cayendo desde el minuto 5 esperaba un arrebato de coraje, porque de fútbol difícil. El plan era atraer al Madrid para intentar acelerar el ritmo en la segunda y tercera línea de presión, pero ni el campo lo permitía ni el Sevilla era capaz de superar la primera. Sampaoli, como toda su vida, haciendo mil y un cambios en fase de iniciación durante toda la primera mitad para no conseguir absolutamente nada. Primero Jordán, luego Óliver Torres, finalmente Isco… Por mucho que agitara el árbol no caían frutos. Estaba en una cárcel que se había construido con un planteamiento fallido.
Montiel se redimió en la segunda mitad de su terrible error para robar y asistir a Lamela. Los nervionenses comenzaron la segunda mitad con otro aire, con otra inercia distinta. Equipo que defendía hacia adelante, móvil, con chispa… Pero duró unos minutos. Psicológica y futbolísticamente está hundido en un pozo del que tiene que salir ya. Un equipo que no está hecho para pasar penurias puede ser peligroso si la situación se prolonga. Sea en el Bernabéu, en el Camp Nou o en el campo del Cantely, los resultados tienen que empezar a darse ya.
El ‘rock and roll’ por el ‘tikinaccio’. El Sevilla lleva dos victorias, cuatro empates y cinco derrotas en once encuentros disputados. En ninguno de los once ha logrado ser regular y consistente independientemente del entrenador que se ha sentado en el banquillo. La situación preocupa, y mucho. No ha sido solo ante el Real Madrid cuando los sevillistas han tenido esa sensación de desgana con su equipo.