Un Sevilla con ocho suplentes se mereció la victoria ante el Real Betis en el Sánchez-Pizjuán. Tan duro para los béticos, que tuvieron una semana de descanso para preparar El Gran Derbi, como claro que Miranda fue a lesionar a Jesús Navas. Fue la única acción que pueden llevarse Pellegrini y su séquito para la Avenida de La Palmera, porque no tiraron ni a puerta. Mir, Lamela y En Nesyri tuvieron oportunidades clarísimas, pero no hubo fortuna. Menos mal que entraron cuando tenían que hacerlo.
Ha sido El Gran Derbi más descafeinado para el Sevilla de los últimos años. El pase a la final de la Europa League dejaba este encuentro en un segundo plano. Está la posibilidad de ir a Conference League vía liga, pero en Nervión no importaba eso en estos momentos. Su séptima final se juega en apenas diez días y hay que recuperar y mimar al personal, de ahí que Mendilibar saliese con hasta ocho cambios con respecto al encuentro ante la Juventus.
No dejó de ser un típico derbi sevillano. Encuentro trabado, de mucha intensidad y poco fútbol. El Sevilla quería correr y el Betis el control. Pocas ocasiones, porque no había mucho más, y Gil Manzano cada vez siendo más protagonista. Le perdonó una amarilla clarísima a Luiz Henrique, que tampoco vio su linier, y a los pocos minutos se la mostró por una entrada flojita. Las cosas del arbitraje español. Mientras el partido se jugaba, el Sánchez-Pizjuán seguía celebrando el pase a la final botando al unísono del ‘Aquí está la mejor banda’. El encuentro era totalmente irrelevante.
En la segunda mitad cambió la cosa a raíz de los cambios. Mendilibar dio entrada a Suso y el Sevilla empezó a acelerar en campo rival. Tanto él como Lamela tuvieron dos ocasiones consecutivas que resolvió bien Bravo para el Betis y el partido empezó a romperse. En ese intercambio de golpes Lamela y En Nesyri pudieron ser claves, pero ambos erraron en la ejecución o en la asistencia.
Con el campo volcado hacia la portería de un horrible Betis, Miranda culminó lo que parecía premeditado desde primera hora, por el gesto y por la reacción. El canterano del Betis ‘cazó’, casi en el sentido literal, a Jesús Navas, dejándole los tacos desde la rodilla casi al tobillo. El vestuario sevillista se levantó de golpe, Navas se asustó por una posible lesión y se formó una tangana mayúscula. Gil Manzano solo le mostró amarilla hasta que lo llamaron del VAR para acabar expulsando al de Olivares y el capitán sevillista tuvo que ser sujetado por Bono, Dmitrovic y Joaquín, que fue el único jugador del Betis en preocuparse por el estado físico de su gran e histórico rival.
Con el coraje y el arrebato de Navas tras la acción de Miranda, el Sevilla lo intentó sin éxito en el descuento que Gil Manzano se encargó de señalar rápido el final del encuentro. Un punto que, a pesar de las opciones de Conference League, ni le va ni le viene al Sevilla FC, inmiscuido en asuntos mucho más importantes. Al final no hubo tifo a Joaquín y sí, como se viene alimentando desde el fatídico derbi copero, una entrada a hacer daño al contrario que ni el club agresor ni los medios de comunicación se han encargado de alimentar.