“El equipo se va acomodando con el paso de los minutos. Al principio sí le cuesta imponerse, hay mucha necesidad y eso se torna en apuro. Se tiene que accionar y no reaccionar, más allá de la incomodidad en la presión. El rival merma y no encontramos la fórmula. Estamos apuntando el foco a la corrección, porque hay que aceptarlo y corregirlo”.
¿Alguien en el mundo imaginó un partido diferente al que se ha visto hoy? ¿Se llegó a plantear un partido en el que no salir a defender, regalar y replegar? Se sufrió, se sufre y se sufrirá. Aunque el equipo no da para más, porque no lo da, tampoco se hace por accionar. Responder ante los estímulos y hundirte en la mediocridad que supone el salir a no perder, a no demostrar nada y a cruzar los dedos para que el rival mande todos los balones fuera de los tres palos. Y así sucedió en Turquía y casi se escapa en Eindhoven. Mañana puede ser diferente y te das de bruces. Te topas con un equipo más eficiente y tenemos un numerito. ¿Nadie se acordó de Leicester? Campo que aprieta, el equipo sale a morder y tú, que estás sumiso en la pasividad, te encuentras con una goleada y la cara de tonto. Dos avisos. ¿Hace falta volverte con el rabo entre las patas para decidir, en algún momento, ir a por un partido? Tanto va el cántaro a la fuente…
Das la sorpresa con dos delanteros y, ¡sorpresa! Los dos delanteros se van al mismo palo porque, casualmente, no han jugado juntos nunca. Telles, que es muy limitado, sufre siempre de central zurdo. Por real decreto, el lateral brasileño seguirá jugando de central zurdo. Contando los días para que Marcão (que lo hemos visto más en la cama que en el verde) o Rekik (incapacitado físicamente) tengan el alta.
El 3-0 frente al PSV y el 2-0 ante el Fenerbahçe no son resultados para jugar la vuelta con tranquilidad, sin pasar apuros. Hasta el 10-0 es un resultado ajustado para los planteamientos reservados y cobardes que estima Sampaoli oportunos en las vueltas. Repito: el equipo es el que es. Cortito con sifón. Broche de oro de Monchi, su equipo y la directiva. Coronados. Pero, a pesar de sus burdas limitaciones, es suficiente para plantarle cara a un Fenerbahçe que solo molesta en el terreno de juego.
Que Dios, el destino, la suerte o el azar -a quien prefiera encomendarse- nos de la vuelta en casa para que el guión, por motivos independientes a Jorge Sampaoli, se torne de otra forma. O no. No sé lo que prefiero. ¿Serán los silbidos y las exaltaciones del público factores estimulantes para un equipo aturdido? Sufrir, sufrir y sufrir. Hasta el final y un poco más. Celebren esta noche y reserven para la siguiente, que esperamos, con todas nuestras fuerzas, no sea la última.