Ponía mucho énfasis Sampaoli en sus dos intervenciones como técnico del Sevilla en las ideas, en que los futbolistas se divirtieran con la pelota y en creer en una especie de dogma. Lo hicieron, y con creces, pero un cuerpo sin piernas no puede completar 90 minutos al mismo nivel. La ‘Sampaoleta’ cuajó una gran primera mitad ante el Athletic, con el sello del argentino, y pudo mantener el 1-0 de Óliver Torres en el marcador hasta el minuto 73. Después de sufrir de lo lindo ante la revelación de LaLiga durante toda la segunda mitad, el punto sabe bien para un equipo que, después de creer en el discurso, necesita una preparación física acorde a lo que es.
De la lentitud a la verticalidad. Si algo diferencia realmente a Lopetegui y a Sampaoli es en la concepción del fútbol y del juego. De la erraticidad del vasco a la dinamicidad del de Casilda. A los tres minutos y con dos entrenamientos dirigidos, Óliver Torres abriría la lata en un Sánchez-Pizjuán ansioso de sentirse identificado con lo que sucede en terreno de juego. Esa garra, velocidad y fuerza de antaño se había convertido en los últimos tiempos en pasividad, desidia y desorganización. La llegada del ex del Marsella presuponía ser un revulsivo anímico a una entidad y a un plantel de capa caída y lo fue durante los primeros 45 minutos.
Montiel destacando por la derecha, Marcao partiendo como titular y con un Óliver Torres excelso, el Sevilla convirtió la primera que tuvo y siguió buscando más. Atacar o morir, un dogma para Sampaoli, fue lo que hizo durante toda la primera mitad. El Papu Gómez tuvo dos que le sacó Unai Simón, que cada vez que juega en el Sánchez-Pizjuán parece Andrés Palop, y mostró una velocidad que parecía impropia de un equipo con nula capacidad de ser vertical. Era el Sevilla que queríamos todos, y eso es lo que vimos.
Cuando el equipo pasó por los vestuarios y tras la intervención de Sampaoli, pasando a un 5-4-1, las piernas dijeron basta. Se pasó del rock al ‘plof’ y Valverde aprovechó el momento. Mientras el argentino iba ajustando al equipo, Nico Williams siguió percutiendo por la derecha, Muniain desbloqueó el buen planteamiento sevillista y el Athletic empezó a hacer boquetes en el barco nervionense. Iba aguantando los golpes entre idas y venidas de su técnico, con un Marcao que no parecía lesionado ni mucho menos, hasta que un mal despeje de Gudelj lo iba a aprovechar Vesga para fusilar a Dmitrovic, hoy en el once por lesión de Bono, y poner el empate.
Lo cierto es que en el añadido Lamela pudo haber desatado la fiesta en el coliseo sevillista si no llega a ser porque Ander Herrera impidió que tirara con una acción muy cerca de ser penalti y que significó su expulsión, pero si llega a golpear la pelota no podía haber ocurrido otra cosa que no fuese gol. Sampaoli debuta con un punto ante uno de los rivales y técnicos más duros de LaLiga. Del rock al plof.