Empezó sonando Los campanilleros y terminó Amarguras en una tarde de Viernes Santos donde el sevillista medio venía casi de empalme tras una madrugá tranquila y el partido ante el Celta le iba a suponer un vendaval de emociones que terminó con un sabor amargo tras 70 minutos con inferioridad numérica.
No obstante, cualquiera hubiera firmado este empate tras la expulsión de Pape Gueye allá por el minuto 20. Por lo tanto, que este empate final no tape lo que está construyendo Mendilibar en este Sevilla FC que todavía tiene que seguir moldeando lo que quiere jugar pero que se ha deshecho de sus mayores lunares (pérdidas en campo propio, complicaciones en la salida de balón, excesiva previsibilidad en ataque)
La primera parte oscilaría entre un Sevilla que tiró de casta con uno menos para atacar a través de desplazamientos en largo para conectar con En-Nesyri, situando los laterales muy altos y enchufando a un Bryan Gil que estuvo muy activo y un Celta de Vigo que apenas generó en ataque y que tuvo muchas imprecisiones en salida de balón ante esa intensidad que imprimió los de Mendilibar en campo rival. Aún así, pese a ese equilibrismo, el balón parado inclinó la balanza a favor del Sevilla en el 43′ tras un cabezazo inapelable de quién sino, En-Nesyri en el primer palo para poner al Sevilla por delante del marcador antes de pasar por vestuarios.
En la segunda parte nada que destacar hasta los últimos compases. Se blindó Mendilibar imponiendo en ambas bandas dobles laterales para anular los centros laterales, ante la cantidad de jugadores de ataque que tenía el Celta de Vigo en el campo y la inferioridad numérica que contaba el equipo desde el minuto 20.
Sea como fuere, en el 81′, Marcos Acuña pondría tierra de por medio en el electrónico pero el 2-0, el resultado más engañoso del Fútbol, la tendría con un Sevilla que supo gestionar la inferioridad numérica durante 85 minutos, pero en los últimos 9′, (5 minutos más cuatro de descuento), se le fue al traste todo lo trabajado y se acabó ahogando en la orilla.
Para los sevillistas este punto oscila entre lo dulce y lo amarga en una tarde de viernes santo que pasó de la alegría de Pasan los Campanilleros al dolor fúnebre de Amargura