En medio del vendaval constante que asola al Sevilla, la Copa del Rey se le está presentando como una vía de escape a su particular infierno. Inestable en todas sus áreas, desde la deportiva a la accionarial, el torneo del KO es el único resquicio que está sirviendo para olvidarse de los grandes problemas que atraviesa el club. Tras el Velarde y el Torremolinos, el Linares debe ser el siguiente en hacer que los nervionenses se olviden del fatídico 2022.
La carta a los Reyes Magos del Sevilla FC incluirá, seguro, fortuna y salud, que no es poco. Tras la Junta General de Accionistas más polémica de los últimos años para terminar casi de cerrar un año negro, en Nervión no están para pedir mucho. La falta de liderazgo, la merma económica de los últimos años y la paupérrima planificación de esta temporada han hecho que todo saltara por los aires. Todo se arregla, realmente, con un buen desempeño deportivo y en esas está Monchi, buscando las piezas que, a pesar de sonar repetidas, parece que pueden arreglar el estropicio del verano. Ilusión, lo que se dice ilusión, no es que haya mucha.
En el plano deportivo, las bajas no dejan de trastocar los planes de Sampaoli. La vuelta al quirófano de Tecatito, la baja indefinida de Rekik, los problemas de tobillo del Papu… Últimamente no hay buenas noticias cuando se habla del Sevilla FC menos cuando le toca jugar la Copa del Rey. Recupera a Montiel, Nianzou y a Rakitic, pero pierde a Rafa Mir por unas molestias en el isquiotibial para el encuentro ante el Linares en una lista, de nuevo, con mucha presencia canterana.
El Sevilla espera repetir el 0-2 cosechado en Linarejos hace dos años, también en Copa, para seguir su camino en la Copa del Rey y olvidar sus grandes males durante unas horas. Ya habrá tiempo de preparar la visita del Getafe, que se prevé calentita, y de afrontar un mes de enero decisivo para su futuro.