El Sevilla vuelve a conquistar en otra ciudad europea con sus 13000 guerreros su séptima UEFA de su palmarés. Lo hizo en Eindhoven, Glasgow, Turín, Varsovia, Basilea, Colonia y esta vez, en Budapest, convirtiéndose así en el 6º equipo con más títulos europeos y comiendo en la mesa de otros grandes como Bayern de Múnich, Liverpool, Milan, FC Barcelona y Real Madrid, se dice pronto.
Allá donde va deja siempre huella porque conoce su historia, de donde viene, de donde salió y como ha transformado todo eso que era oscuro en los años 90 en gloria a base de arraigar los valores de la ciudad de Sevilla, su cultura, la humildad y sobre todo la sevillania que otra vez ha vuelto a viajar por el viejo continente europeo, esta vez recalando a orillas del Danubio, con la Macarena, el Santísimo Cristo de la Expiración, el Cautivo y el cristo de las 7 palabras en los famosos zapatos que rememoran todas aquellas victimas de la segunda guerra mundial que fueron tiradas al Danubio.
Porque, no hay nada más bonito que tener 7 letras de oro en su escudo bañadas de plata europea y dar nombre a una ciudad que fue capital allá por el siglo XIX
Veni, vidi, vici
En aquellas centurias romanas donde Julio Cesar fue el máximo emperador en extender el Sacro Imperio Romano por el continente europeo, se fue construyendo un lema; Veni, Vidi, Vici: Llegué, vi, venci.
En ese sentido, el gran artífice de todo ha sido el emperador Mendilibar, que llegó a un Coliseo hispalense donde la impotencia y la frustración por no conseguir los resultados estaban muy presentes, además del temor de bajar a segunda división, –estaba tan solo dos puntos por encima del descenso en Marzo– y con su ideario del sentido común, con planteamiento verticales, de juego directo, presión alta y de insistir base de centros laterales y de agresividad sin balón ha hecho, otra vez, campeón al invencible en esta competición.
Ni el propio imperio romano, ni el SPQR, ni la arrogancia y el egoísmo de Mourinho pudieron con un Sevilla que volvió a tirar de casta y coraje para remontar un partido hasta el último suspiro, en los penaltis
La fábrica de sueños
Da igual el tiempo y las generaciones que pase que lo conseguido por el Sevilla este siglo XXI no se ha visto jamás. Del ostracismo de los años 90 al estrellato en tan solo 23 años, sentando unas bases en un club arraigado a su ciudad, con humildad y valores.
En un fútbol donde el propio sistema, tanto a nivel burocrático, económico, político y de intereses, es muy difícil crecer hasta tal altura y lo que el Sevilla FC ha hecho es prácticamente imposible. Sus fieles seguidores viven en una constante burbuja de sueño y realmente, desde dentro y es normal, no son consciente de la repercusión, los títulos y la situación privilegiada que vive un club que estaba en la miseria hace 30 años y ahora come en la mesa de los grandes de Europa.
Y es que, como decía el maestro rockero Silvio: “María es, la Pura Concepción, que antes que Roma, mi Sevilla proclamó“
