En esta vida no se puede ir a por todo. Se intenta, pero no se puede. Las fallidas rotaciones en el día de hoy, un buen equipo como el Girona enfrente y un equipo totalmente negado a la hora de hacer gol. El Sevilla de Mendilibar cae por primera vez en un encuentro desesperante para los sevillistas de cara a portería. Se dan muchos condicionantes para que se dé el resultado que se acaba dando, pero cada vez es más claro que en Nervión deben apostarlo todo a la Europa League.
Las rotaciones ante el Girona. Mendilibar y su segundo, Fran Rico, han insistido en que la alta competitividad de la plantilla y la carga de minutos, además de las lesiones de Marcao, Nianzou y Jordán, les ‘obligan’ a hacer cambios cuando se juega cada tres o cuatro días. Ante el Girona apareció el errático Papu Gómez como titular después de muchos meses sin hacerlo, así como Bryan por la izquierda y Montiel como lateral diestro ante el estado físico de Navas. El Sevilla está en un momento en el que depende de forma exagerada del palaciego, de En Nesyri, de Ocampos, de Suso y de Rakitc para hacer su fútbol. La verticalidad, la calidad, la testarudez (en el buen sentido) y los goles. De este quinteto solo estaban en el campo el gol (En Nesyri) y las cabezonería por naturaleza (Ocampos). La ecuación se cae por sí sola. Solo había que fijarse en como el Papu Gómez no conseguía superar líneas ni buscar portería frente a Oriol Romeu y compañía.
El Girona de Míchel es ese equipo que te la puede liar en cualquier momento, como finalmente acabó ocurriendo. El cuadro gerundense se adelantó en una acción ensayada desde el córner por medio de Juanpe, con un remate poco ortodoxo pero efectivo. Dmitrovic erró gravemente en la forma de encarar el saque de esquina y se quedó vendido. Aunque ya se había visto antes del gol, tras él se acrecentó aún más las diferencias entre Sevilla y Girona. Saben combinar, superar líneas de presión y destruir cuando toca, además de ser puñales por los costados. Oriol Romeu desbarató cualquier acción de peligro y Miguel Gutiérrez volvió loco a Montiel todo el encuentro. Aunque no tuvo más ocasiones claras que la del saque de esquina y el gol del Taty Castellanos tras un disparo al larguero de Riquelme, tienen todo lo que un equipo necesita para dar un sustito a los que viven en estos momentos en posiciones europeas.
La negación de cara a portería la personificó Bryan Gil. Hasta cuatro ocasiones claras de gol tuvo el barbateño, que no destaca personalmente en la definición pero las ocasiones fueron clamorosas, al menos dos de ellas. En Nesyri, que lo mete todo, la mandó fuera en un par de ocasiones con el martillo que tiene por cabeza y Suso, al final del encuentro, le dio al larguero. El partido podía haber durado dos meses que Gazzaniga hubiese sacado en la línea cada ocasión. La caprichosidad del fútbol.
El Sevilla tenía que perder en algún momento. Nadie es invencible. Cuando llegan las hostias, como diría Mendilibar, hay que saber encajarlas y aprender algo de ellas. Si algo pueden aprender los nervionenses después de lo de hoy es que tienen que primar la Europa League y la semifinal ante la Juventus. Es la vía más rápida, la más segura y, sobre todo, la más feliz.