La Emirates Cup ha sido el ejemplo de que este Sevilla, a día de hoy, necesita bastantes refuerzos. Pese a las palabras de Monchi esta semana sobre lo que necesitaba la plantilla, lo cierto es que el Arsenal ha dejado en evidencia una planificación que, lejos de solucionar errores del pasado, los ha multiplicado. 30 de julio, una sola incorporación y no se esperan muchas más.
Este Arsenal – Sevilla FC tiene fácil resumen, en realidad. Equipo perdido, desbordado y superado continuamente por los gunners, que con muy poquito hacían inquietar a uno de los equipos más rocosos de los últimos años en Europa. La venta de sus dos grandes estrellas este verano ha mermado, y mucho, las prestaciones defensivas, pero el encuentro, además, ha dejado en evidencia la falta de perfiles para competir a nivel europeo. Cada presión era un tsunami, cada recuperación un último aliento y cada acercamiento el último alarido. No había nada a lo que agarrarse. Solo José Ángel Carmona, el canterano con mejores condiciones de la última década, ha sido capaz de dar algo de luz ante semejante oscuridad.
El ‘penalti’ de Rekik en un país que se erige como adalid del fútbol de contacto sacó de quicio a un equipo que, en los primeros 18 minutos de encuentro había encajado cuatro goles. Ni los infalibles como Fernando o Bono estuvieron como tal. Todo era caos, estrés, nerviosismo. El lateral derecho hacía aguas con un Navas muy alejado de sus mejores días; la delantera, con En Nesyri y Tecatito como de costumbre y Lamela perdido en combate, poco movimiento tuvo; y el centro del campo, con Fernando escoltado por Rakitic y Óliver Torres, era un crimen futbolístico. Nketiah y Gabriel Jesús, con un hat-trick, remataron la faena en una segunda mitad en la que los canteranos, como ante el Andratx, sacaron el orgullo que no tuvieron los mayores.
Esto es pretemporada y se puede -y se debe- perder. Estos encuentros sirven únicamente de preparación para la temporada, solucionar problemas pasados y encontrar ventajas para el presente. Aclimatar futbolistas, cargar baterías y despejar cabezas, pero no se puede no competir. La competitividad exhibida ante el Angers, en la que pese al marcador muy a favor se seguía atacando, no hizo acto de presencia. Eso es innegociable para todo equipo que se precie, más si te llamas Sevilla FC y estás en un estadio como el Emirates.
Ante todo, la derrota no le viene mal al Sevilla. De hecho, es mucho más positiva que negativa. El golpe de realidad que se ha llevado el club después de semejante ridículo, enmarcado todo en un partido de pretemporada, seguro que acelera ciertos movimientos y activa otros. Ni Monchi, después de sus palabras, ni el propio Lopetegui, que seguro que ha pedido mucho más de lo que han traído, estarán contentos con esta imagen. Este equipo, para LaLiga, te puede dar, pero en Europa ni la hueles. Necesita más de un retoque.