La vida puede cambiar en cuestión de minutos. Imagínese en un año la de vueltas que puede dar. Si hablamos del mundo del fútbol, más incluso. Hace justo trece meses, el Sevilla FC iba a caer de forma estrepitosa en Ipurúa ante la SD Eibar tras una segunda parte sonrojante en la que vio como le remontaban un 0-2 que había conseguido en el primer acto de forma brillante e iba a provocar la primera ‘crisis’ de los de Lopetegui. Este sábado vuelve a medirse a los armeros (18:30 horas) como un equipo consolidado, aunque sobre el campo eso se convierta en humo.
Fue todo un revés lo que ocurrió la temporada pasada en Eibar. De hecho, a día de hoy sigue siendo inexplicable como un equipo pudiera rallar la perfección en la primera mitad para acabar sonrojado de esa forma en la segunda. Todo empezó con la lesión de Daniel Carriço, titular en aquel tramo de temporada junto a Diego Carlos, que tuvo que dejarse su sitio a Jules Koundé, que acabaría señalado por la derrota tras cometer un absurdo penalti sobre Orellana para que el Eibar recortara distancias y acabara arrollando a un Sevilla que entró en el pánico más absoluto. Diego Carlos y Vaclik firmaron una de las jugadas más surrealistas de la jornada en un error de comunicación que dio lugar al gol de Pedro León, poniendo el empate en el luminoso que acabaría rematando Cote con un gol de falta tras superar la barrera irrisoria que había colocado el meta checo. Como una escena de Groucho Marx, vamos.
Un año después, el Sevilla FC ha cambiado mucho desde entonces. El criticado Koundé ahora es el nuevo jugador franquicia del club, Bono ha adelantado por la derecha a Vaclik y el equipo está perfectamente trabajado para que no se produzcan esperpentos como aquél. De hecho, uno de las señas de indentidad de este equipo que ha armado Lopetegui es que es un equipo que compite contra todos. Bayern, Barça, United o Inter ya han comprobado como se las gastan los nervionenses. Su competitividad se basa en su juego, no en ‘casta y coraje’ -que también la tiene-. No confundan competir con luchar hasta el final. Este último es un complemento más.
No deben confiarse los sevillistas en en el Sánchez-Pizjuán. Un tropiezo puede tenerlo cualquiera y más en el fútbol actual. De nada sirve hacer un magnífico encuentro en Stamford Bridge de cara a recibir al Eibar. Los partidos no entienden ni de antes ni de despueses; entienden de los momentos en los que se disputan.