Cuando Jorge Valdano acuño esa frase de “el fútbol es un estado de ánimo” no pudo estar más acertado. Por mucho que se empeñe ‘la élite cultural’ en que el fútbol es un deporte para bobos mientras te miran por encima del hombro, jamás será una disciplina cualquiera. Por lo que es en su naturaleza, por lo que hace sentir a sus hinchas y porque el único en los que el aficionado adquiere un apego tan profundo como irracional casi desde que nace.
El Sevilla FC, con todas sus letras, representa lo que son sus aficionados. Cuando hace 365 días su capitán, Jesús Navas, levantó entre lágrimas, ‘enmorecio’, la sexta Europa League de la historia del club y su primer título como capitán del equipo de su vida, lo hacía por todos los sevillistas: los que la vivieron, los que se marcharon y por los que vendrán. Hay pocos equipos en la historia del fútbol que hayan mostrado una unión tan estrecha con su hinchada, que hayan tenido jugadores que a los dos días de llegar sientan el escudo como el aficionado que canta al ritmo de Gol Norte y que hayan sido capaces de salir de las tinieblas para cubrir de gloria a una ciudad. Muy pocos.
La larga concentración en Alemania para disputar la última fase de la Europa League terminó de unir, si eso era posible, al grupo que comandaba Julen Lopetegui. El objetivo, del que se encargaron Monchi, José Castro y demás personas relevantes del Sevilla FC, era claro: había que ganar la sexta. El hambre del club no conoce límites, pero la razón, la verdadera razón por la que había que ganar ese título, era la de regalar en la casa de todos los sevillistas unas horas de desconexión por lo que ocurría en sus vidas y que tuvieran ojos única y exclusivamente para ‘la cosa más importante de las menos importantes’.
Por los que estuvieron, a los que se les escaparon más de una y de dos lágrimas; por los que se marcharon, que desde el tercer anillo del Sánchez-Pizjuán miran con orgullo en lo que se ha convertido y verán las próximas gestas de su equipo del alma; y por los que vendrán, porque la gesta de Colonia sumada a las innumerables veces que el Sevilla FC ha hecho sentir a los suyos se transmiten de padres a hijos. Por todos ellos lo hiciste de nuevo, Sevilla.