Julen Lopetegui es, sin ningún tipo de duda, el mejor entrenador de la historia del Sevilla FC. La cantidad de récords batidos, la estabilidad y la competitividad que ha caracterizado al proyecto del vasco en Nervión es impepinable, así como el desastre perpetrado en Europa en las dos últimas temporadas -porque lo ha sido-.
Lo sucedido en el London Stadium este pasado jueves 17 de marzo duele. Las cábalas del sevillismo para la 21/22 no pasaban, ni mucho menos, por ganar la Europa League. El esfuerzo encomiable del Sevilla para esta presente temporada no se ha correspondido con el rendimiento que han mostrado los nervionenses, empezando por el papel de su técnico, pasando por el desempeño de la plantilla y la preparación física y, por qué no, acabando con la planificación de Monchi en verano. La responsabilidad en un deporte de equipo debe ser siempre compartida aunque haya roles con más peso que otros.
Viéndolo todo con cierta perspectiva pudiendo pecar de oportunismo, Julen Lopetegui no debería de haber pisado nunca el London Stadium. El equipo que dirige no tendría que haber sido eliminado de un grupo de Liga de Campeones en el que era favoritísimo y que se resuelve por errores individuales y por una pérdida de los valores competitivos que venían definiendo en lo que se estaba convirtiendo la entidad sevillista. Ahí comenzaron los primeros exámenes y el Sevilla ni se presentó.
La Europa League era un ‘marrón’ para el equipo. Es una realidad que, al igual que el Real Madrid en Champions, los nervionenses, cuando el negro y el naranja aparecen en los rótulos de cualquier estadio, están obligados a llegar lo más lejos posible. El West Ham no era el mejor compañero de viaje pero tampoco el peor y se acabó hincando la rodilla.
El denominador común y la excusa que se ha puesto en todos los estamentos del club, desde la dirección deportiva hasta la propia afición, ha sido el tema de las lesiones. Cualquier equipo sufre cuando pierde por encuentro unos seis o siete futbolistas titulares y el Sevilla también es humano, pero cuando lo que falla es la actitud y la pérdida de tus valores diferenciales habría que preguntarse si se está usando como una opaca pantalla que no deja ver el trasfondo de la situación.
Con la eliminación ante los londinenses, el Sevilla acumula dos fiascos en Europa en tres temporadas. Sí, caer ante aquel Borussia y ante el West Ham es un auténtico fracaso. Cuando eres mejor que el rival y te acaban eliminando hay que llamar a las cosas por su nombre. Julen Lopetegui no supo afrontar sendas eliminatorias de la manera que requerían, denotando un desconocimiento importante del rival ante los alemanes y una falta de ambición ante los ingleses cuando se vio con la eliminatoria igualada. Ahí es donde hay que poner el foco de los dos últimos desastres deportivos de una entidad que quiere seguir subiendo los escalones del olimpo del fútbol europeo.
Lo que debería de hacer el Sevilla en esta recta final de campeonato es preguntarse en lo que ha fallado esta temporada, porque han fallado muchas cosas. Lo más importante es, quizás, encontrar los motivos por los que se han ido difuminando con carboncillo las maravillosas líneas maestras que había conseguido plasmar en el cuadro Lopetegui, un técnico que, con sus aciertos y debes, es el mejor guardián del área técnica del Sánchez-Pizjuán aunque eso no quiere decir que tenga un cheque en blanco. El análisis, por parte de todos y cada uno que componen el Sevilla FC, debe ser profundo y debe empezar en los despachos para acabar en el césped. La responsabilidad de todo colectivo siempre debe de ser compartida.