El Sevilla FC se reencuentra con su competición fetiche con la ilusión por las nubes. Y ―todo hay que decirlo― en el momento menos esperado. Eso sí, lo hará con la presión añadida de unas expectativas sesgadas por el pasado. Donde todo lo que no sea volver a tocar plata sabrá a entre poco y nada.
Un nuevo paradigma
Aunque parezca que disputar la eliminatoria de ida en casa pueda jugar un papel determinante en el resultado global, todo ha cambiado este año. La estructura de las eliminatorias se ha renovado de forma radical eliminando el valor doble de los goles para el visitante, lo que aumenta a su vez las alternativas para ambos equipos. Por primera vez, quedarán atrás los tiempos en los que un gol en campo rival sentenciaba una eliminatoria.
El Dinamo de Zagreb, rival engañoso
Aunque por nombre pueda parecer que la eliminatoria pueda quedar resuelta esta misma noche, los de de Željko Kopic aterrizan en Sevilla después de encadenar once victorias consecutivas, sin oposición ni rival en su campeonato doméstico. Órsic, máximo goleador del equipo, y Petkovic se convertirán en las principales amenazas para un Julen Lopetegui que tendrá que hacer encaje de bolillos ante las bajas en el lateral derecho.
Escenario poco apto para supersticiosos
Siempre ronda en el mundo del fútbol la idea ―un tanto irracional pero estadísticamente verdadera― de que jugar una final en tu estadio solo conduce al mal fario. De hecho, en el nuevo formato de la Champions League ningún anfitrión ha sido capaz de levantar el trofeo tras disputar la final en su propio campo. En el caso de la Europa League, tan solo un equipo lo consiguió. No hay que irse muy lejos tampoco para ver como, incluso en torneos como la Copa del Rey, este condicionante tan particular puede jugar malas pasadas. Una oportunidad idónea para romper este extraño maleficio.