La expectación que había generado el gran derbi, no solo en Sevilla, sino en España entera, se ha visto eclipsada por la repugnante actuación de uno de los hinchas béticos mientras celebraba un gol a favor. En el minuto 39 de partido, tras el empate de Fekir con gol olímpico, uno de los aficionados que se situaban detrás de la portería defendida por Alfonso Pastor lanzó una barra de plástico que impactó directamente en la cabeza de Joan Jordán.
A partir de ahí, De Burgos Bengoetxea se hizo eco de la situación y pausó el partido inmediatamente. Tras más de 10 minutos de incertidumbre con los jugadores despojados de su ropa de juego, el árbitro vasco mandó a suspender el partido por la deleznable acción del aficionado local.
Algo que no es novedad en este escenario, ya que el primer recuerdo de los sevillistas ha viajado hasta el año 2007. En la ronda de cuartos de final de la copa del rey de ese año, el partido también fue suspendido con los mismos rivales por el impacto de una botella en la cabeza de Juande Ramos, por aquel entonces entrenador sevillista. Se ve que no aprenden, y las consecuencias tienen que ser acordes a los hechos.
Cuanto menos, el partido debe reanudarse a puerta cerrada y el equipo de Pellegrini debe jugar frente a butacas varios encuentros. Es inexplicable que, mientras estás en la euforia de celebrar el empate ante tu máximo rival, tu máxima preocupación sea agredir a un jugador rival. ¿En qué cabeza cabe?
Joan Jordán, el jugador que recibió el impacto, acto seguido se fue al suelo. De Burgos Bengoetxea tuvo una reacción ejemplar y digna de mencionar tras la lamentable acción. Los médicos atendieron al catalán durante un buen rato para asegurarse por su bienestar y el árbitro técnico acabó por tomar la decisión más esperada y, a la vez, más acertada.
La semana cargada de bajas, el recibimiento espectacular de la afición, los golazos de Papu Gómez y Fekir y la superioridad del Betis en el partido quedarán eclipsados por la caprichosa acción de un supuesto aficionado al fútbol y a su equipo. Y no es por ser del Betis, sino porque personas como esta no deben entrar jamás en un estadio de fútbol. El fanatismo no puede estar nunca por encima de los valores del deporte.