Las circunstancias actuales han derivado en tiempos duros para la sociedad que conocíamos hasta hace escasos meses. Y ―en estos tiempos donde un simple deporte se convierte en uno de los mejores analgésicos ante tanta incertidumbre― se antoja más imprescindible que nunca ser conscientes de aquellas tardes de nuestra vida que, en ese momento no sabíamos que estábamos viviendo, hasta que nos hemos visto obligados a desempolvarlas de un rincón de nuestra memoria.
El mes de marzo siempre trae un momento muy especial: ese instante donde los naranjos florecen de azahar, dando comienzo a la primavera y a ese olor tan característico que marca el comienzo de algo. Esa combinación de factores que hace que surja la magia.
Llega un partido que, por muchos años que pasen, nunca podrá llegar a ser un partido más. Porque tiene algo que lo hace diferente: esa idiosincrasia que marca la forma de vivir de una cultura especial; con una manera de sentir el fútbol y la vida que la hace única.
Una sensación peculiar que, por mucho que se intente explicar, hay que vivirla. En esta ocasión, el destino ha querido robar poder celebrar la cita como se merece, pero, por suerte, habrá quien conserve la memoria de otras, gracias a ese inmenso poder de evocación que tiene este deporte. Aquellos aromas y recuerdos que te transportan al momento y al sitio exacto donde tantas veces viviste lo mismo.
Dicen que “el arte andaluz es la consecuencia de la influencia del medio sobre el artista”. Pasó con grandes genios a lo largo de la historia y ―salvando las distancias― también pasa con el fútbol. No son pocos esos futbolistas y entrenadores que provienen de medio mundo y que se empapan de esa particular forma de sentir hasta ser uno más. Una identidad cultural que transciende fronteras.
Y, a su manera, la ciudad todavía cuenta con la ilusión de celebrar uno de los días más especiales del año, aprovechando el momento para teñir las calles y salones de dos colores: blanquirrojo y verdiblanco.
https://twitter.com/SevillaFC/status/1370781709906583553
Al igual que no solemos recordar qué ocurrió el día de nuestro nacimiento, es posible que tampoco se tenga un recuerdo muy profundo de cuando te presentan por primera vez a Sevilla en primavera. Los recuerdos de ese momento son borrosos y lejanos, pero lo que seguro que no se olvida es el brillo de esa luz y esa mezcla de olores en el ambiente que querían transmitirte algo pero todavía no sabías qué.
Historia. Color. Arte. Sentimiento. Pasión. Los mejores ingredientes para una fiesta del fútbol que no podrá celebrarse como se merece. Pero que, en un tiempo no muy lejano, volverá. Seguro que volverá. Y, mientras ese momento se acerca, llega la hora de intentar volver a coronarse… rey de Sevilla.