Hace ya tiempo que el fútbol transcendió de ser un simple deporte para convertirse en un fenómeno social. La identidad es algo forjado a lo largo del tiempo, ese que va edificando lo que somos hoy y lo que seremos mañana. Y el deporte es el mejor ejemplo de cómo el pertenecer a una institución, a una nación, a un equipo, a un club… marca a las personas de una manera diferente. Porque el sentido de pertenencia no deja de ser la necesidad humana más importante.
Pase lo que pase al final, el buen sabor de boca que deja saber que se puede conseguir el campeonato es indiscutible. Porque el simple hecho de llegar a estas alturas de la temporada enganchados a una (supuesta) utopía ―y con tres partidos que jugar aparte del tuyo, que quién lo diría― ya es motivo para estar satisfechos de sentirlo.
Y es que es esa forma tan especial de vivir el camino la que hace único ese… “¿y si sí?”. No son pocos los que ahora viven cuatro partidos a la semana como si fueran suyos. Ni los que hacen las más macabras cuentas aún a sabiendas de que no se van a cumplir. Ni los que han recuperado la chispa gracias a la ilusión de poder escalar un peldaño más.
Este tipo de disparates son los que hacen únicas las sensaciones de un deporte que ―por mucho que pase el tiempo― seguirá siendo la mayor manifestación del sentimiento de pertenencia. De esos estímulos aparentemente inexplicables que hacen que se genere una simbiosis difícil de comprender. Porque parece algo absurdo inquietarse por ver cómo once desconocidos introducen un objeto de forma esférica entre tres palos.
Un sentimiento de pertenencia que se ha ido construyendo con el paso de los años. Porque, aunque pasen jugadores, entrenadores, dirigentes… hay algo ahí que escapa de toda lógica y que siempre permanece. El veneno de un corazón que late aunque no esté. La identidad de una forma tan particular de sentir y vivir.
El deporte es un motor para soñar. Y el fútbol, una fábrica de ilusiones. Esas fábricas que muchas veces escasean. Por eso ―hoy más que nunca― habrá que valorar la fortuna de poder volver a disfrutar… de una de ellas.