Es complicado creer en el Sevilla. Un día resiste en Turquía y otro, como hoy, hace el hazmerreír en el Coliseum. Jorge Sampaoli volvió a conformarse, otra vez, con un planteamiento de los que en su cabeza suenan espectacular. Jugar sin punta, con un parón inminente, es de ser un kamikaze. Hacerlo en la situación en la que están los nervionenses, de incosciente.
El objetivo no puede ser otro que salvar los muebles y hacer una limpia desde la directiva hasta el último jugador de campo. El Getafe, con todos los respetos, este Getafe, no puede ganarle al Sevilla ni crearle tantos problemas. Sin plan inicial y sin respuesta conforme pasan los minutos. Solo Pape Gueye, por su envergadura, era el único que parecía estar dónde tenía que estar.
Aguantó como pudo en la primera mitad. Tampoco hubiese sido una sorpresa que los de Quique Sánchez Flores se marchasen con ventaja al descanso, sinceramente. El sevillista ya no pide ni exige que se juegue mejor al fútbol como la hacía en los últimos años. Quiere que se compita, que haya un plan y que se ejecute. El fútbol tiene muchas lecturas, pero los mayores predicadores de lo que parece una verdad universal para ellos no suelen llegar a ningún lado.
Entre fallos individuales de Jordán, que Bono no está fino y que no hay nadie que rinda a su nivel habitual, el Sevilla puede pagar carísimo lo que está manteniendo. Munir y Ünal, este al final del encuentro, decantaron el marcador para el Getafe. Hay un parón de dos semanas y luego el último stint, que afrontará con blandos destrozados, y no tiene un Red Bull para adelantar a todos sus rivales. Quizás haya que buscarlo fuera.