Ganar ganó, pero convencer a nadie. El Sevilla logró lo que parecía imposible ante el Cádiz. Esa mano de Alejo al final del encuentro le acabaría dando la victoria a los nervionenses. El bálsamo que da este victoria es indiscutible, pero la cuestión es a quién. ¿Es para Sampaoli, que es incapaz de hacer a su equipo competitivo, a Castro, después de la enésima reivindicación del sevillismo, o a Monchi, que gana tiempo para hacer malabares para arreglar la planificación? El tiempo lo pondrá todo en su sitio.
Muchos sevillistas han salido hoy enfadados del Ramón Sánchez-Pizjuán. Celebrar, de la forma en la que se ha hecho, una victoria ante el Cádiz el 21 de enero para salir del descenso era algo inimaginable para todos. La forma en la que se da, con un equipo que a pesar de dejárselo todo en el césped no daba muestras de poder imponerse al cuadro cadista por un factor u otro, es casi peor.
El último experimento del científico Jorge es el de situar al mejor jugador que tiene, Iván Rakitic, como volante zurdo. La ausencia de recursos en el perfil zurdo tras la ausencia de Acuña lo empujó a tomar una decisión que acabó limitando al croata y al propio Sevilla. Perfilado hacia su lado menos bueno, los nervionenses perdieron llegada desde segunda línea y ganaron en combinaciones en la izquierda. En el cómputo global, visto lo visto, salió perdiendo. Las asociaciones con Lamela por la izquierda fue lo más destacable junto al buen rendimiento de Jesús Navas desde la derecha. Lo único que parece haber potenciado Sampaoli hasta el momento.
Las llegadas se producían, pero jamás se materializaron en la primera mitad. Dos acciones de Lamela en un minuto sin contar la polémica, para los que defendemos la unidad y el criterio, de la jornada. Hernández Hernández anularía un gol al argentino en el último minuto de la primera mitad por fuera de juego de Óliver Torres, que impide al Pacha Espino llegar al balón. Pese a no intervenir en la jugada de forma directa no deja al rival llegar al esférico. Acierta, eminentemente, el canario en dicha acción, pero el problema de esto es que hace unos meses, a la Real Sociedad le conceden un gol en el Sánchez-Pizjuán con Brais Méndez, en situación antireglamentaria, pasando por encima del balón un segundo antes del gol de Sorloth y al United le conceden un gol similar frente al City. La presión después de lo sucedido en el Nuevo Mirandilla, señores colegiados.
Con la euforia frenada de golpe y el comienzo de la segunda mitad, la dinámica iba a seguir siendo la misma. El Sevilla controlaba y controlaba el partido. Llegaba, volvía hacia atrás y volvía a llegar. Rakitic lo intentó un par de veces, también Óliver Torres, pero las sensaciones era horribles. Entre Ledesma, que hizo un gran partido, y la incapacidad goleadora de los de Sampaoli parecía que iba a ser imposible. El argentino no ayudaba a la causa tampoco, autoexpulsándose en un segundo, y sin hacer cambios hasta pasado el minuto 70.
Rakitic decía al final del partido que muchas veces falta esa suerte en el fútbol. Razón no le faltó al croata. El Sevilla lleva varios meses sin tener esa fortuna que decide partidos, resultados e incluso títulos. Le pueden preguntar al Real Madrid por esto último. Esa oportunidad se presentó en forma de penalti por mano de Iván Alejo pero había que meterlo. Iván ‘El Terrible’ no falló y los tres puntos se quedaron en el Sánchez-Pizjuán.
Celebrar de tal forma una victoria ante el Cádiz para salir del descenso a 21 de enero debería de hacer replantearse a Monchi, Castro y su séquito y a Sampaoli qué están haciendo con este equipo. El bálsamo de la victoria será para alguno de los tres, sin ninguna duda, pero el refranero español es siempre sabio: “Pan para hoy y hambre para mañana”.