De alguna manera o de otra, todos somos anarquistas. En algún momento de nuestra vida no hemos querido seguir lo establecido, y hemos hecho lo que hemos podido por romper con el dictado prevalente. Si buscamos el símil en el fútbol, esto ha ocurrido muchas veces. Y señalamos que un equipo es anárquico cuando no sigue los cánones del fútbol actual. Juega con un esquema extraño, tiene unos futbolistas atípicos o incluso consigue sus objetivos sin practicar un fútbol vistoso. El próximo rival del Sevilla en la UEFA Champions League, el Chelsea, no cumple con estos elementos antes señalados, pero visto lo visto en estos cuatro meses largos de fútbol de la temporada 20/21 se puede decir que su fútbol es anárquico. Y todo ello envuelto en el halo del eterno aspirante. Pero no como pretendiente, sino por el que desaparece. Que se evapora tras ser catalogado de “claro favorito a”.
Mucho ha cambiado desde aquel 20 de octubre con el empate a cero en Londres. Chelsea y Sevilla jugaron un partido de tú a tú, con momentos muy buenos para cada equipo, que finalizó con un reparto, razonable, de puntos. Pero desde entonces el fútbol del Chelsea, comandado por Frank Lampard desde el banquillo, no ha sido ni mucho menos malo. Ha mejorado en ataque, con nueve goles en los últimos cuatro partidos de la Premier League, y otros nueve en Champions; y su efectividad en defensa es abismal. Con Thiago Silva asentado en la defensa, y con Mendy en portería, sólo han encajado dos goles en un mes y medio. Algo que les ha valido ser terceros en la Premier, a dos puntos del Tottenham, líder; y tener como el Sevilla la clasificación a octavos de final de la UEFA Champions League.
No obstante su fútbol anárquico y poco estable es capaz de enamorar o desencantar a partes iguales. El técnico pragmático dirá que los hechos hablan por sí solos, el amante del fútbol que mejore su juego. Así, el Chelsea es capaz de dar un recital ofensivo ante Krasnodar o Sheffield United, pero después no ser contundente ante el líder de la Premier, en el último partido de hace unos días.
Para este vital partido por la primera plaza del grupo, Lampard no correrá riesgos y seguirá con su estilo. Mendy estará bajo palos, seguido con una defensa de cuatro en la que Zouma y Silva serán los zagueros, en el lateral izquierdo Chilwell y en el derecho Reece James, aunque es probable que Azpilicueta se cuele por este último para dar descanso al joven londinense. En el centro del campo Kanté es insustituible. Centrocampista ‘box to box’ que bascula perfectamente el juego de los ‘blues’. A ambos lados seguramente Kovacic y Mason Mount, que retrasa su posición, acompañarán al francés.
En el ataque, el marroquí Ziyech jugará de extremo derecho, Timo Werner partirá desde el flanco izquierdo, y Tammy Abraham en la punta del ataque. Sin embargo, estas piezas pueden cambiar, estando en la punta del ataque Werner, con las variantes de Havertz (que se ha incorporado en las últimas semanas tras pasar el Coronavirus) o Pulisic por bandas.
Sorprende ver cómo no estará en el once un jugador de tanta clase y toque como Jorginho, que ha perdido el puesto por el croata Kovacic que entiende más el ida-vuelta que requiere la anarquía futbolística de Lampard.
Nada ha cambiado desde el último análisis que se hacía de este equipo, en el que estaba llamado a ser “un conjunto que puede ‘gobernar’ en Inglaterra si la calidad de sus jugadores aumenta”. La fortaleza y verticalidad del juego del Chelsea es abismal, pero le falta un paso para implantar su idea de fútbol. Quizás en algunos momentos algunos de sus futbolistas pequen de individualismos, y la solución sólo la tiene el tiempo. Capaz de determinar si las palabras son hechos, o simplemente son aspiraciones sin ton ni son.