El sevillismo no ha dormido tranquilo esta noche del martes 2 de noviembre. Las redes sociales y las conversaciones de Whatsapp ardieron tras el pitido que supuso el final del Sevilla FC 1-2 Lille. Nadie se podía imaginar que tras el sorteo de septiembre de la Liga de Campeones y a falta de dos jornadas los de Julen Lopetegui tienen que hacer un imposible para pasar a la siguiente fase, siendo colista de grupo y sin haber ganado un partido de los cuatro disputados.
Si anoche se veía todo negro al igual que las camisetas del Lille, hoy se empieza a aclarar el horizonte. Dos encuentros, dos finalísimas y todo apunta a que el Sevilla se puede quedar esta temporada sin competición europea. Esa es la realidad a 3 de noviembre, pero el 4 se verá con otra perspectiva, el 5 ni os cuento y el 6 daremos por hecho que Lopetegui y los suyos van a pasar de fase de grupos arrasando en los dos partidos que tiene por delante. Así es el sevillismo.
Lo que tiene por delante este Sevilla FC no es nada fácil, pero suficientes adversidades ha superado en la historia reciente como para darlo por muerto. Palop en Ucrania ante el Shakhtar, M’Bia en Mestalla o la conquista del Benito Villamarín en Europa League para remontar un 0-2 en la ida en la tanda de penaltis ejemplifican que jamás de los jamases puede darse por muerto a un equipo que ha hecho de su eslogan, el ‘Nunca se rinde’, una de las realidades más absolutas del fútbol.
Una bestia herida es aún más peligrosa. Lopetegui y sus futbolistas están, quizás, en el momento más crítico desde la llegada del técnico vasco a Nervión. Esta derrota ante el Lille, difícil de digerir en estos momentos, no debe suponer el acabose, sino la recuperación de una plantilla y de un técnico que son de lo mejor del panorama europeo aunque a muchos les pese. El ‘Nunca se rinde’ debe grabarse aún más a fuego en la mente de todos los que sienten su escudo y lo defienden en el campo de batalla. David pudo contra Goliath, como diría L’Equipe, pero aún quedan batallas por librar en esta guerra.