La realidad es la que es. Se respira ambiente de guerra en todo lo que rodea al conjunto hispalense. La tensión y la ansiedad están más que presentes tanto en lo deportivo como en las altas esferas del club.
En cuanto a lo deportivo. El equipo no responde todavía, parece que ha arrastrado ese “run run y calma tensa” que había desde la pasada temporada.
Aunque en lo táctico, el Sevilla, como hemos visto, construye, crea y genera buenas jugadas, siendo vertical y rápido tanto por dentro como por fuera, y teniendo ocasiones claras de gol en estas 4 jornadas que llevamos, la realidad pesa por si sola. Decimosexto en la clasificación con un punto de doce posibles.
Los focos y los micrófonos señalan al mismo culpable de siempre, Julen Lopetegui Agote. El problema radica, principalmente, en que muchos más tienen la culpa de la situación actual, siempre con una mira optimista, no entremos en terrenos de histeria.
Eso sí, no es excusa para seguir manteniendo al entrenador. Un técnico del calibre de Julen Lopetegui tiene que ser capaz de revertir situaciones así, con una plantilla con lunares muy grandes en lo físico sobre todo y mentalmente muerta. Si se quiere solucionar el problema a corto plazo, el afectado es el entrenador, aunque no tenga toda la culpa de la situación.
El club lleva haciendo las cosas mal un par de años y la burbuja está a punto de estallar. Monchi fue claro en rueda de prensa, el “abandonar” por un año el modelo de negocio del Sevilla, sumado a la situación postpandemia en lo económico para los equipos y la presión por detrás de la FIFA a la hora de hablar del fair play financiero han terminado de matar una planificación deportiva que por perfiles y por tiempos también ha sido nefasta.
Y está claro que, lo deportivo, siempre va vinculado con lo económico. Cuando tienes un equipo que no está equilibrado en lo económico y tiene deudas, entramos en terrenos de economía donde se A-B-C, no hay viabilidad a corto plazo y afecta en lo deportivo a medio plazo-la planificación de este año con la situación del año pasado-.
Muchos lo dicen. Es la temporada de la transición, del equilibrar cuentas este año no sobrepasando el límite para la temporada que viene comenzar proyecto nuevo con entrenador nuevo y renovación de la plantilla. Puede ser, a los hechos me remito…
El problema ha estado en que desde el club no se ha sido claro con el sevillismo. Transparencia nula hasta final de Agosto donde tuvo que acudir el de siempre, Monchi. Si el equipo estaba en la situación que estaba, económicamente afectado, hay que decirlo desde el principio. Volvemos al debate del discurso que se dice desde las cábalas y altas esferas de arriba, donde el principal señalado, su cargo lo dice, es Pepe Castro.
Aquí es donde entra el gran debate de la afición sevillista. No soy un privilegiado de manejar información desde dentro, pero lo que se ve desde puertas para fuera, que puede ser o no, no tengo la verdad innata es que para los accionistas y los mandamases de las cábalas superiores del Sevilla FC, el club es solo un juego y una competición económica, cuando detrás de ella hay miles y miles de mileuristas y sevillistas humildes que llevan años demostrando su apoyo incondicional al equipo y que han tallado y pulido el lema de “Sevilla somos nosotros”.
Ahora es hablar con palos de ciego. Habrá que remitirnos a lo que digan las cuentas en la Junta general de accionista del próximo diciembre.
No quiero sembrar histeria ni alarmismo, pero se tienen que ver las cosas como son. la realidad desde la calle, como se dice, es que hay una doble-espiral de ego y avaricia económica y posicional dentro del club